Malas Noticias

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Wriothesley

La semana transcurrió tranquila y me encontraba agradecido del tiempo que comenzaba a compartir con Neuvillette. Desde que me confesó que le atraigo todo entre nosotros cambió para bien. Empecé a recogerlo todas las mañanas para llevarlo al trabajo donde aprovechaba para besarlo cada vez que podía, y era maravilloso. Toda la historia de amor que cree en mi cabeza se estaba cumpliendo, aunque aún no era nada formal ni mucho menos rápido, deseaba pasar mi vida completa abrazando el cálido cuerpo de Neuvillette que me atraía como si de un imán se tratara.

Aquel día, apenas llego a mi casa, recibo una llamada repentina de parte de la jefa del tribunal, mi jefa. Mi rostro se transforma a uno de sorpresa porque debía ser algo muy importante para que ella estuviera llamando y más a esas horas.

— ¿Sí?

— Wriothesley, soy Furina, ¿Cómo estás?

— Oh, jefa. Bien, ¿Sucedió algo?

— Me alegro. — aclara su garganta — Necesito darte un aviso importante con respecto al trabajo... Como sabrás, Clorinde es tu nueva compañera.

— Sí, ¿Qué pasa con ella?

— Iré al grano, Wriothesley. Desde el lunes estarás fuera del trabajo y Clorinde es quién será tu reemplazo.

— ¿Estoy despedido?

— Lo siento mucho, Wriothesley... Comprendemos que el trabajo es importante para ti, pero Neuvillette está bajando su rendimiento en el trabajo y me han comentado que últimamente han pasado tiempo juntos.

Apreté el teléfono entre mis dedos, empezando a sentir mis ojos picar y mi pecho pesar más de lo normal. ¿Qué tenía que ver Neuvillette en esto?

— No estoy en contra si es que tienen una relación o algo por el estilo, pero Neuvillette es un gran juez y sería un problema para nosotros perderlo. De cualquier mod-

— Entiendo.

Colgué el teléfono sin dejarla terminar y me senté en el sofá para procesar la situación. Solté un suspiro intentando desnublar mi mente mientras mi pierna se movía frenéticamente. No tenía idea de qué haría para tener un nuevo trabajo pronto, ni mucho menos de cómo le diría a Neuvillette que me habían despedido y que aparte eso significaba dejar de verlo seguido.

— ¿Por qué justo ahora?

Mis dedos se enredan en mi cabello para tirar un poco de el y trago pesado. Un bufido de frustración se pierde entre mis manos que ahora se encuentran en mi rostro. Observo la hora para cuestionarme si hacer o no lo que tenía en mente en aquel momento y, sin pensarlo de más, salgo de mi casa con prisa para que no se hiciera más tarde.

Tomo la llave de mi auto para abrir la puerta y ponerlo en marcha. Comienzo a manejar un poco nervioso hacia la casa de Neuvillette, atrapando mi labio inferior entre mis dientes al ver la calle cercana. Me estaciono delante del elegante hogar y atravieso la calle para llegar a la puerta y estampar mis nudillos repetidas veces en la misma.

— Wriothesley.

Observo su rostro con una sonrisa y escaneo su cuerpo de pies a cabeza en una mirada. Se encontraba sin sus zapatos altos, lo que le quitaba un par de centímetros y le hacía ver más pequeño que yo, y su cabello se encontraba medio desordenado. Aguanté las ganas de lanzarme a besarlo al ver esa imagen tan adorable y guardé mis manos en mis bolsillos, volviendo a unir nuestras miradas.

— No me dijiste que vendrías... Pasa.

— Lo sé, lo siento... — Hablo, dando paso al interior de la casa. — Necesitaba verte.

— Pero si nos vimos todo el día. — Suelta, riendo bajito.

— ¡Ya lo sé, pero te necesitaba, Neuvillette!

Hablo con un tono dolido soltando un falso sollozo y apretando mis ojos para ir a abrazarlo con fuerza mientras continúo escuchándolo reír. Rodeo su cintura y lo apego a mi cuerpo para sentir su cercanía y aroma. Él peina un poco mi cabello y se separa levemente, mirándome con cara de confusión.

— ¿Sucedió algo?

Mis ojos se dirigen al piso sintiendo que mi labio inferior tiembla un poco. La simple idea de no seguir viendo al hombre que tanto quería me estrujaba el corazón y me angustiaba de manera infernal.

— Me acaban de despedir, Neuvillette...

Sus ojos se abren grandes y en su boca se forma una "o". Asiento levemente y sus brazos vuelven a rodearme de manera espontánea.

— ¿Por qué?

— Furina llamó y dijo que estabas bajando tu rendimiento en el trabajo por mi culpa. La entiendo de cierto modo, eres genial en lo que haces y no me gustaría que por lo que tenemos te despidan también.

Hablo despacio mientras acaricio y ordeno un poco su cabello, dando un leve masaje en su cuero cabelludo. Su cuerpo se aferra más al mío, escuchando como suelta todo el aire que acumulaban sus pulmones.

— No es justo.

Se separa y sus manos se posan en mi rostro, a lo que sus labios se unen con los míos en un corto beso. Sonrío un poco ante la acción, viendo como sus ojos caían un poco denotando tristeza.

— Tranquilo, nada de esto es culpa tuya.— Atraigo su rostro hacia mi pecho — Lo único que voy a extrañar es ver a su señoría, Neuvillette, en su asiento viéndose tan hermoso como siempre.

Noto como su rostro toma un leve color rosado y dirijo mi mano hacia su barbilla levantando su rostro para volver a estampar mis labios en los suyos, moviendolos de forma lenta durante un par de segundos, a los cuales corresponde de inmediato rodeando mi cuello con sus delgados brazos. Mi ansiedad cesó en el momento en que lo vi y todo era mágico cuando estábamos juntos, pero ¿qué haría ahora?

Todo parecía ir en contra de la corriente para mi y el hecho de que me haya tardado tanto en acercarme a Neuvillette me hacía sentir inútil de cierto modo. Ni siquiera me imaginaba un día sin verlo ni tocarlo. Solo me cuestionaba si todo lo que logré valió la pena ¡Y claro que sí! Ni siquiera debías pensarlo, Wriothesley. Y aunque aún veía a Neuvillette un poco indeciso por lo que empezaba entre nosotros, quería estar ahí para entender y poder sanar todo aquello que le hizo sufrir en algún momento.

— Estoy algo cansado, ¿Te gustaría pasar la noche aquí?

Le escucho decir luego de un rato de silencio entre nosotros, a lo que asiento con mi cabeza inmediatamente y le otorgo una pequeña sonrisa. Deslizo mis brazos por debajo de sus axilas para alzarlo y se aferra con fuerza a mi cuerpo con piernas y brazos para evitar caer.

— ¡Dios, no hagas eso! — Suelta aterrado y da un suave golpe en mi espalda.

Río como respuesta luego de ver como su rostro se desfiguraba debido al susto, sosteniendo sus muslos firmemente para dar pasos hacia su habitación.

— Su señoría está cansado y ahora vamos a descansar.

Noto como su cuerpo se relaja sobre el mío cuando termino de hablar y suelta un suspiro cerca de mi oído que me envía un escalofrío a través de mi espina dorsal. Posiciono su cuerpo en la cama al llegar, viendo sus hermosos ojos lila más pequeños de lo normal mostrando un evidente sueño y cansancio. Acaricio un poco su mejilla y me dirijo a la cama para levantar las colchas, doy unas suaves palmadas para que pueda acostarse mientras aprovecho de desvestirme hasta quedar semi-desnudo. Me acuesto a su lado, pasando uno de mis brazos por detrás de su cuello y él posiciona su cabeza sobre mi pecho desnudo.

— Prométeme que seguirás viniendo cuando consigas otro trabajo.

Dice él con voz suave y algo adormilada, trazando líneas con su índice en mi pecho.

— Lo prometo.

Respondo finalmente antes de caer ambos rendidos en un sueño profundo y atrapados por la comodidad de estar con el otro. El nuevo reto ahora era, primero buscar un trabajo, y segundo, hacer todo lo posible para ver a Neuvillette, y para ser sincero eso me resultaba más importante que el trabajo.

Tribunal De Amor | WrioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora