Plan

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*Dos semanas atrás*

— ¿Ya lo sacaste?

— Aún no, cálmate.

— Ya te dije que no lo quiero cerca de Neuvillette, y si no lo sacas ahora yo mismo me encargaré de llevarlo lejos, Furina. — Habla amenazante, alzando un poco el tono de voz — Y sabes que eso no te conviene.

— Dios, Pierre, realmente eres una espina en el culo. — La peliblanca se levanta del escritorio en un suspiro, harta de las amenazas del hombre mayor.— Yo decido quién entra y sale de mi tribunal, que te quede claro.

— Estuve en tu mismo cargo, Furina. Si crees que no puedo hacer un par de llamados para que vigilen a esa parejita que tienes trabajando aquí y los saquen a ellos, y de paso a ti, claro que puedo.— Sus ojos se oscurecen en demasía y su aura oscura repleta el lugar volviendo el ambiente pesado.

— Tsk. — La menor chasquea su lengua. Da media vuelta para caminar hacia el ventanal que daba vista al piso inferior donde se encontraba el salón de juicios. Allí estaba Neuvillette sonriente, deslumbrante, y desbordando felicidad, atento a la puerta de cristal a un par de metros, donde se podía apreciar la silueta de Wriothesley. Dio un suspiro antes de volver a hablar.

— Bien. Si tanto quieres que saque a Wriothesley de aquí, lo haré, pero con una condición. — Voltea para dirigirse al pelimarrón, haciendo un amenazante contacto visual que casi crea un cortocircuito. — Si me entero que estás revoloteando cerca de Neuvillette, Wriothesley volverá aquí.

Pierre suelta una sarcástica carcajada, arqueando una de sus cejas y cruzando sus brazos frente a la chica. Las manos de Furina se comprimieron con fuerza, enterrando sus débiles uñas en la palma de sus manos y casi soltando humo por la nariz al notar el poco respeto que le brindaba el mayor.

Aparte de tener una mezcla de sentimientos, Furina observó de cerca cómo comenzaba la relación entre Neuvillette y Wriothesley hace unas semanas. Pese a que, al igual que Neuvillette, le temía a que el peliblanco tuviera un nuevo amor, sabía que Wrio tenía un corazón noble y pudo notarlo en su entrevista de trabajo, ya que nada podría destacar más que aquella singular personalidad y confianza que emanaba. Tenía claro que Wriothesley significaba algo bueno en la vida de Neuvillette, luego de todos los años que lo observó sufriendo en silencio, era una de las primeras veces que lo veía sonreír genuinamente.

Luego entendió que no era una casualidad que Neuvillette trabajara ahí, era algo más siniestro que eso, era todo un plan de vigilancia por parte de Pierre, ¿Qué más quería del pobre chico?

— Eres cruel, hombre. Ya deja a Neuvillette vivir su vida en paz, ¿Acaso no te bastó con atormentarlo todos estos años?

— No lo entiendes. Sé que Neuvillette aún piensa en mí, y estoy dispuesto a recuperarlo aunque hayan pasado diez años. Podré remediar mis errores, no soy el mismo de antes.

— Pues estás peor que antes. — La peliblanca rueda los ojos y suelta un suspiro luego de escuchar toda la cháchara del mayor. Lo rodea y con ambas de sus manos empuja su espalda para hacerlo avanzar unos pasos. — Ya vete, y si es posible no vuelvas.

El mayor se retiró de la oficina pateando el suelo y dando un portazo. Al encontrarse en el pasillo, recargó su cabeza y cuerpo en la pared soltando un fuerte suspiro que logró sacar todo el aire de sus pulmones. Lo único que se hallaba en su mente eran ideas de cómo acercarse a Neuvillette en los próximos días cuando ya no estuviera aquél niñato que se lo impedía. No podía negar que en cierta parte le intimidaba ese fornido cuerpo que cargaba, sumado a los centímetros de altura que le sacaba por diferencia.

— Patético. — Escupe, tomando un tubo de tabaco del bolsillo de su pantalón para dirigirse a la salida del tribunal, sigiloso como siempre para que nadie, mucho menos Neuvillette, pudiera reconocerlo. Sin duda le había funcionado por años.



——




*Actualidad*

— Wriothesley, ya dije que no quiero.

— Solo un poco, por favor.

— No quiero.

— Te va a gustar, lo juro.

— Odio el café, Wriothesley, no me obligues a tomar eso.

— Contigo es imposible. — abulta sus labios formando un leve puchero y dándole un trago a su amargo café.

— Deberías probar mi té.

El mayor dirige la tibia taza a los labios del azabache, quien no se resistió mucho ante los encantos del rostro de su amante, y le dio un sorbo, bañando su lengua con los distintos sabores y aromas del exquisito té. Soltó un "Mmm" como respuesta a que le había gustado demasiado y miró a Neuvillette con una gran sonrisa en su rostro.

— Creo que podría acostumbrarme.

La noche pasó tranquila entre ambos, quienes conversaron, rieron, se acariciaron y tomaron algo caliente para recuperar el tiempo perdido en dos semanas. Neuvillette en ratos se burlaba por las infantiles pegatinas e imanes que adornaban el refrigerador de Wriothesley, le parecían adorables aquellas sencillas decoraciones y objetos que simplemente eran muy Wriothesley. Por otro lado, el azabache solo le contaba la historia de cada pegatina y como cada decoración tenía un significado importante para él, no le importaba si era infantil, aburrido o maximalista, cualquier cosa que le gustaba podía asociarlo con algo preciado para él, lo mismo pasaba con su amor por Neuvillette.

Ninguno de los dos se dio cuenta cuando ya era de madrugada por las largas charlas que estaban teniendo. La vibración del celular de Wriothesley hace que retumbe la mesa donde se encuentran los brazos de ambos apoyados, y aunque Neuvillette no entiende mucho de celulares no tarda en sorprenderse al ver el nombre en la pantalla.

"Llamada entrante de Furina".

— ¿T-Te está llamando Furina? ¿A esta hora?

Las cejas del pelinegro se arquean en mitad de su frente y su índice viaja hasta presionar en Responder. Lleva el celular a su oreja y procede a hablar:

— ¿Si?

— Wriothesley... Disculpa por llamar a estas horas, ¿Estabas dormido?

Un suspiro se escucha del otro lado.

— No, pero si hubiera sido así ya me despertaste.

— ¿Estás con Neuvillette?

La pregunta asombra al azabache y mira al mayor sin cambiar su seño por la repentina llamada.

— ¿Cómo lo sabes?

— No importa... Hay algo importante que tengo que decirte.

Wriothesley solo suelta un "mh" para darle a entender a la chica que seguía escuchando atento.

— Te necesito de vuelta en el tribunal. Puedes volver, claro... Solo si así lo quieres.

— ¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?!

El corazón salta del pecho del azabache y una sonrisa se forma en su rostro, mira al peliblanco con sus ojos brillando, emanando un aura de completa emoción. Neuvillette aún no podía hacerse una idea de la conversación, pero se sentía contagiado por la felicidad del menor.

— Muy en serio, puedes volver la semana que viene.

— Ahh, — un suspiro acompañado de una sonrisa iluminan su rostro —. genial, Furina. Muchas gracias

— Una última cosa, Wriothesley...

— Dime.

— Por favor cuida mucho de Neuvillette. Es lo único que te pido por ahora.

El azabache asiente para si mismo antes de escuchar el pitido de la llamada al ser finalizada. Se quedó pensando unos segundos ante lo último que le dijo su nuevamente jefa, aunque aún era imposible quitarle la sonrisa del rostro.

— Vuelvo al trabajo.

Un pequeño chillido de alegría escapa de la boca de Neuvillette y se levanta con rapidez de la silla para poder estrechar al menor con fuerza entre sus brazos. Pequeñas risas y besos llenaron el lugar, la alegría salía por los poros de ambos al saber que no tendrían que sufrir lo mismo otra vez, ya que se volverían a ver seguido, como siempre debió haber sido.






Tribunal De Amor | WrioletteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora