- Hissss...ufff, eso escuece, ángel!! – el demonio intentó meterse bajo la sábana inmaculadamente blanca de la cama en la que se recuperaba de la paliza que había recibido en la cámara del Libro de la Vida. No recordaba, al igual que su ángel, quien se la había dado, pero estaba claro que necesitaría un tiempo en cama para recuperarse y los atentos cuidados de un buen sanador. Aziraphale, armándose de paciencia, apartó de nuevo la sábana para seguir aplicando ungüento en las heridas- Que noo... que ya no quiero más de esa cosa!!
- Crowley, por Dios... cuantos querubines se comportan de una manera más adulta...quédate quieto, por favor, ya estoy terminado.
- Lo que yo quiero son los abrazos y los besos de ayer, no esa porquería que escuece como meter las bolas recién afeitadas en el mar...
Aziraphale se sonrojó por las palabras de Crowley.
- Por favor, que imagen acabas de pintar... y lo de ayer... bueno, seguramente no recuerdes muy bien lo que pasó, porque estabas muy débil y por otra parte estuvo bastante fuera de lugar...estaba preocupado y fui demasiado efusivo, me temo.
- Recuerdo perfectamente lo que pasó, ángel – Crowley tomó suavemente la mano que le curaba y la acercó a sus labios - y también me acuerdo perfectamente cómo durante un momento te dejaste llevar e hiciste lo que realmente querías hacer... he visto muchas veces el deseo en tus ojos, pero siempre lo has reprimido. Y ahora te pregunto...por qué? Por qué siempre te paras, si yo estoy más que dispuesto a llegar hasta donde quieras?
El ángel sacudió la cabeza sonrojado y apartó la mirada, pero no hizo ademán de desasirse de la mano de su amigo.
- Crowley... no puedo... no puedo dejarme llevar...
- Por qué?
- Porque...- su voz bajó hasta convertirse en un susurro- porque si empiezo no podré parar...- lo siguiente lo tuvo que leer en los labios de Aziraphale, pues ningún sonido llegó a salir de su boca- hasta que ambos seamos uno solo...
Una sonrisa cálida apareció en el rostro del demonio quien, pese a las heridas de su espalda y sus alas, se giró y se apoyó sobre ellas para mirar directamente a los ojos azules de su ángel.
- Entonces no te pares, ángel. Tú ya has estado en mi cuerpo y yo he estado en el tuyo... ambos nos resultan familiares. Tan solo tenemos que hacerlo a la vez...
- Pero conocer a otro hombre como se conoce a una mujer...
- Aziraphale... te recuerdo que como entes sobrenaturales, no se nos puede calificar como hombre o mujer... somos ambos o ninguno, como prefieras pensarlo- las manos del demonio, cálidas y suaves, comenzaron a acariciar despacio los costados del ángel- por tanto, esas normas no se nos aplican. Lo que si somos es un ángel y un demonio, dos caras de una misma moneda.
El ángel suspiró y se estremeció. Crowley estaba argumentando algo que él ya había pensado. Y en sus ensoñaciones más secretas había imaginado ese momento un millar de veces. En ocasiones, era el demonio quien le requería tajante una noche en la librería sin admitir un no por respuesta y le sometía al mando de sus bajos instintos con su tácito (y jubiloso) consentimiento. En otras, una cena romántica llevaba primero a un tímido acariciar de manos, seguido por besos castos que poco a poco se convertían en un tormentoso arranque de pasión en el que apenas tenían tiempo de llegar hasta el dormitorio, mientras se arrancaban mutuamente la ropa para poder acariciar toda la piel del otro con los ojos brillantes por el deseo. Había veces que Aziraphale fantaseaba con bailar valses con Crowley durante horas, hasta que este, finalmente, le tomaba en brazos y, con su deslumbrante sonrisa capaz de hacer palidecer al sol, le llevaba hasta el lecho como un recién casado... y sin embargo, jamás se había permitido pensar que ninguna de esas fantasías podrían hacerse realidad. Sólo vivirían en su imaginación, ocultas bajo nueve cerrojos en la sala más profunda y oculta de su mente. Aziraphale suspiró, perdido en sus pensamientos durante un segundo hasta que algo le hizo volver a la realidad.
Y ese algo fue el contacto de los labios del demonio en los suyos. Un auténtico beso de fuego sobre nieve blanca, la boca de la serpiente sobre el fruto de la vida. Las manos ardientes de Crowley se escurrían como seda líquida por sus caderas, y el ángel no pudo evitar un delicioso escalofrío de placer y un gemido apasionado.
Una parte de su mente, la entrenada por el cielo, le decía que no podía permitir aquello, e hizo un débil intento de apartarse. Pero eso hizo que el demonio le mirase directamente a los ojos, y Aziraphale creyó perderse entonces en la infinitud de aquella mirada dorada, que le suplicaba, le rogaba y le ordenaba que diera libertad a sus deseos.
- "Te necesito, Aziraphale, te necesito para poder seguir viviendo. Acaso no lo ves?"
El demonio nunca llegó a pronunciar esas palabras, ni el ángel llegó a contestarlas con su voz. Su respuesta fue devolver el beso con toda la inmensidad del firmamento; su contestación tenía la fuerza de mil millones de estrellas y la duración de la eternidad, pues solo dos seres como ellos podían amarse el uno al otro de un modo tal que volvieran a fundir luz y oscuridad, a equilibrar el curso del tiempo dañado y a restablecer un futuro para el mundo y para ellos. Especialmente para ellos. Las manos, ávidas del cuerpo del otro, pronto se vieron sobrepasadas para acariciar todo lo que deseaban sus dueños, y tuvieron que pedir auxilio a las lenguas y a los labios. Las alas, blancas y negras, se entremezclaron igual que los cuerpos y estuvieron listas para añadir su fuerza a las embestidas de sus propietarios cuando sus caderas entraron en juego. Un estallido de luz deslumbrante con el corazón negro surgió como una nueva galaxia cuando los dos se unieron, convirtiéndose en uno solo durante un largo y glorioso instante, y ambos cantaron el nombre del otro a la vez al alcanzar el clímax, en una sinfonía exquisita de voz celestial y rugido infernal.
Dicen que Ella sonrió en ese momento.
EPÍLOGO
- Si vuelvo a ver una sola hoja marchita otra vez, os juro que voy a...
- ¡Querido! ¿Podrías dejar de aterrorizar a esos pobres agapantos y venir un momento a ayudarme con la mesa?
Crowley se irguió, dejando tranquilas las plantas del jardín, al oír la llamada de su ángel desde la casita de campo donde ambos se habían retirado.
- Ya voy al rescate, Aziraphale. Mantenla vigilada mientras llego.
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El Jardín Secreto
FanficUna posible continuación a la temporada de Good Omens... parece que Aziraphale se ha marchado abandonando a Crowley y su vida en la tierra a cambio del puesto de Arcángel Supremo...aunque quizás hay algo muy importante que no sepamos...