Parte 4: Secretos y Enigmas

148 22 2
                                    

Crowley lanzó un gruñido de frustración. Llevaba horas de búsqueda por la librería de Aziraphale. Horas que no le habían aportado ningún resultado. Todo era exactamente igual que la librería de su amigo, pero una entidad sobrenatural como él notaba perfectamente que no era la librería de su amigo. Algo se le escapaba. Daba vueltas de aquí para allá, mirando libros al azar, buscando por los cajones, mirando bajo las alfombras... tenía que haber algo, estaba seguro de que había algo. Y sin embargo, nada. No encontraba ni una maldita pista de que le indicara que estaba pasando, que hacía allí y por qué el ángel había mandado capturarle. Notaba crecer en su interior otro acceso de ira (llevaba 72 horas de disgusto en disgusto) y sabía que como no diera salida a aquella rabia... bueno, no sabía que pasaría, porque siempre le daba salida. Buscó a su alrededor algo contra lo que desahogarse.

Si. Justo eso.

- Prueba las ciruelas, están buenísimas...- dijo poniendo voz de niña, y cogió a la inocente fruta, clavándole las garras de demonio que acababan de manifestarse- Que poco me conoces, angelito... que poquito... porque si me conocieras, habrías sabido perfectamente QUE NO ME GUSTAN LAS CIRUELAS!!!!!!

La fruta se estrelló contra el ventanal de la librería con tanta fuerza como si hubiera sido lanzada por un cañón. La ciruela se hizo pulpa literalmente al chocar contra el cristal, desparramando pedazos violáceos por todas partes, salpicando el escritorio, los libros, el suelo...y dejando una peculiar marca en el cristal. El demonio no daba crédito a lo que veía.

G 1-4

La fila de ángeles guerreros se cuadró cuando sus superiores supremos pasaron entre ellos. Uno era bien conocido ya en el cielo por su posición única y privilegiada, ya que era el portavoz de Su Omnipotencia, de Ella misma, de la Que Era la que Era. El otro, aunque recién llegado, ya había dejado bien claro que sabía cómo hacer las cosas y que estaba dispuesto a hacerlas como debían hacerse.

El Metatron y Aziraphale llegaron hasta las puertas que se abrían al jardín de los Bienaventurados y siguieron caminando pausadamente, pues disponían de toda la Eternidad.

- De manera que ya ha sido capturado y reducido a la cautividad, ¿no es así, Aziraphale? – el precioso jardín, anclado en una eterna primavera, estaba soleado y rebosante de flores-

- Si, así es. Lo he confirmado yo mismo. El demonio Crowley, el que fuera mi astuto adversario en la tierra, ya está en nuestro poder. Se acabó la amenaza que representaba para... para el plan- repuso el arcángel supremo, con una sonrisa calculadora.

- La amenaza no desaparecerá hasta que no desaparezca él mismo.- El Metatron se paró y miró a Aziraphale- Es nuestro penoso deber encargarse de eso cuanto antes, ya lo sabes.

- Aún no...eso sería precipitarse, ya todavía tiene su utilidad. Él fue de los que se encargaron en primera instancia del Universo, y si el plan es volver a reiniciar todo, nos vendrá muy bien saber como hacer que ciertas cosas funcionen... ya sabes... las galaxias, los sistemas solares, las estrellas... Es una fuente de información irremplazable que no podemos permitirnos perder. Todavía.

- No fue el único que participó en la Creación. En realidad, ese Caído fue uno de los... digamos "jefes de obra" pero no fue el ingeniero- el Metatrón apartó de un manotazo una pequeña mariposa que, atraída por los dorados de la ropa de los seres celestiales, se había acercado.

- Pero los ingenieros no participan de nuestro plan, ¿no es así? Ellos están tan ocupados cantando a Su Omnipotencia que nada en el universo podría distraerles de su única y sagrada tarea. Además...-apartó con cuidado una ramita llena de brotes- Los experimentos que hemos realizado no son satisfactorios. Ni de lejos...

- Génesis 1-4? En serio?!! Es una broma o qué?- dijo el demonio a la nada- No recuerdo ninguno de los textos sagrados, angelito!!! Esa parte de mi memoria se borró cuando me echaron de este club de campo pijo, recuerdas???

Crowley dio una patada al escritorio. Otra vez en un callejón sin salida. Aziraphale recordaba prácticamente todos los libros sagrados, con puntos y comas, como ángel que era (y además uno muy inteligente) Y en su momento el propio Crowley también se los había aprendido de memoria, pero eso le fue arrancado junto con la inocencia cuando le expulsaron. Resopló. No, tenía que ser otra cosa. Intentó acudir a un pensamiento más analítico. Su amigo era muy dado a pensar de un modo racional, a diferencia de las intuiciones de Crowley, así que intentó pensar como pensaría Aziraphale.

- Vale. Quieres que busque en la Biblia? Lo haría, pero no puedo tocarla a menos que quiera quemarme las manos como un elfo doméstico!

Siseando, Crowley miró el ejemplar del libro sagrado que Aziraphale tenía siempre sobre el escritorio. Decididamente, si había algo escondido en uno de los libros, ése era el que mejor cumpliría su función... de mantener alejado al demonio. Igual que el suelo consagrado, cualquier objeto bendito causaba graves quemaduras al desafortunado demonio que pusiera alguna parte de su cuerpo en contacto con él. Sin embargo, Aziraphale había adivinado que lanzaría la ciruela contra la pared. Anotó mentalmente disculparse con el ángel por ello (disculparse también mentalmente), ya que sí sabía que no le gustaban las ciruelas y había previsto su airada reacción. Había pensado que se enfadaría lo suficiente como para manchar su preciada librería y sus queridos libros... pero no, eso no era algo que fuese a tolerar tan fácilmente. Lo de manchar los libros no le cuadraba para nada... A no ser... El demonio abrió más sus grandes ojos amarillos por la sorpresa.

Imposible, no podía ser. El poder necesario para crear réplicas era propio de las más altas esferas angelicales, cuando no directamente de Ella. Y Aziraphale era un Principado, aunque le hubieran subido de rango a Arcángel supremo. A fin de cuentas, Arcángel tampoco era un rango tan alto...y decididamente no podían crear réplicas.

El sentimiento de que algo no era como debía ser le asaltó de nuevo. La librería estaba igual...Miró por la ventana. El jardín era igual al Jardín del Edén... pero algo... sus ojos de serpiente se quedaron fijos en un pajarillo que cantaba sobre una rama. El animalito se atusó el plumaje de un ala, se sacudió, y rompió a cantar con energía. Su garganta se sacudía al compás de su canción. Cantó tres estrofas de su canción primaveral y miró a su alrededor, por si había encontrado una compañera. Después se atusó el plumaje de un ala, se sacudió y rompió a cantar con energía. Cantó tres estrofas y miró a su alrededor. A continuación volvió a picotearse el plumaje del ala y a sacudirse. Y de nuevo a cantar tres estrofas...

La luz se hizo en la mente del demonio en ese momento.

- Es un salvapantallas! No es una réplica sino una copia parcial! Claro... por eso los objetos creados por humanos son idénticos, pero lo que es obra de... bueno, ya sabemos de quien, solo está parcialmente copiado! Aziraphale... pero en que estás metido? Estás creando copias? Por qué? No me digas que estás jugando a ser...ay, ay, ay...

La Biblia está inspirada por Dios, pero es obra de los hombres. Sin embargo, hacía falta esa parte inefable para que sea sagrada... Crowley respiró hondo, apretó los dientes y cerró los dedos en torno al libro, esperando el dolor ardiente de la quemadura.

Que no llegó. El libro estaba en su mano, inofensivo.

Lo abrió por el medio. El papel fino y la letra diminuta propios de la Biblia le hicieron ver que la copia era casi perfecta. Casi. Porque podía tenerla en su mano. Podía leerla. Podía consultarla. Y ahora podía saber lo que decía el Génesis 1-4

El Jardín SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora