Me desperté encharcado en mi sudor, ya había pasado un par de meses desde que acabamos con el líder de la hermandad oscura, me levanté y busqué a mis compañeros.
--¿Chicos dónde estáis!?-- Pregunte.
Nadie respondía, registré todas las habitaciones, la armería y la zona de entrenamiento pero no encontré a nadie.
Llegué a la zona común y había alguien sentado en una de las sillas, de espadas a mi.
--¡¿Hola?!-- Pregunte gritando.
No me respondía, me acerqué poco a poco por un lado, cuando me puse delante vi que era el hombre que me atormentaba en mis sueños.
Tenía un boquete en la cabeza que me permitía ver sus sesos, de repente me agarró el brazo.
--Estás satisfecho con lo que hiciste.-- Dijo el cadáver.
Entonces desperté gritando, era esa pesadilla de nuevo, llevaba dos meses atormentándome.
A la mañana siguiente tenía un sueño que no me aguantaba en pie. Llegué a la zona común y allí estaban todos, que suerte no era otra pesadilla.
Me senté en la mesa de la cocina para comer algo.
--Tío estas echó mierda.-- Observo Mercer. --¿Otra vez esa pesadilla?
--Sí.-- Respondí en voz muy baja, casi inaudible.
--Tío tienes que superarlo.-- Dijo Mercer.
--Lo sé, pero no sé porque me pasa.-- Insistí mas sereno. --Ya había matado antes no se porque me afecta justo esa.
--Bueno cambiando de tema.-- Dijo para intentar animar me. --¿Has visto a Laura y Max que juntito están?
--Sabes que las cosas personales no me gustan Mercer.-- Le corte secante mente.
--Venga tío anímate.-- Insistió Mercer.
--No lo comprendes.-- Le dije. --Yo soy huérfano me metía siempre en líos y casi siempre estaban persiguiendo me los seguritrones o la policía, él evitó que me metieran en el reformatorio hasta que alcance los dieciséis años me cuidó y me crió como a un hijo, cuando alcance los dieciséis me consiguió un pisó y cada mes me daba dinero para subsistir era como un padre para mí.
--Lo siento tío.-- Dijo Mercer. --No lo sabía.
Sonreí para que el me entendiera que no pasaba nada, en ese momento llego Amelía.
--¡Hey! ¿que pasa gente?-- Grito tan animada como siempre.
--Te acabas de despertar?-- Pregunté.
--No, llevó varías horas despierta.-- Respondió
--¿Dónde has estado entonces?-- Volví a preguntar.
--Haciendo mis cosas.-- Insistió.
--Seguramente a estado en los baños termales.-- Supuso Mercer. -- Como todas las mañanas.
--Y tú cómo lo sabes?-- Pregunto Amelía ruborizada.
--Mi habitación esta justo al lado de los baños.-- Afirmó Mercer. --Se quien entra y quien sale.
Amelía estaba un poco cabreada por lo que había dicho Mercer.
--Por cierto, ¿sabéis dónde están Carlos y Ely?-- Pregunté.
--Están en la ingeniería.-- Respondió Amelía. --Creó que quieren mejorar la hoja oculta, ya sabes ganchos con cuerda retráctil, pistolas ocultas, dardos envenenado, etc, etc, etc.
--¿Queréis ir a dar un paseo por la ciudad?-- Dije algo frio. --Necesitó tomar un poco el aire.
Amelía, Mercer y yo nos fuimos de la base. Al llegar a la ciudad no había tanta seguridad como antes, rápidamente nos subimos a las azoteas de los edificios y empezamos a saltar de azotea en azotea.
Después de un rato el cielo se ilumino como si fuera la autora boreal era muy raro porque en el planeta Ades no se producía este fenómeno.
Estuvimos durante un rato mirando ese fenómeno tan extraño y bonito, pero de pronto no nos podíamos mover pensé que nos habían capturado, pero no todos los seres vivos estaban quietos incluso las aves en medio de su vuelo se quedaron flotando.
Al rato de quedarnos inmovilizado una gran onda proveniente del cielo lo cubrió todo, era de los mismos colores que la aurora boreal, cuando pasó, todos los aparatos electrónicos empezaron a explotar o incendiarse, las naves empezaron a caer, los seguriteones ardieron, aunque lo más impresionante fue ver como una ciudad flotante caía del cielo.
Esa onda acabó con todos los aparatos que utilizaba electricidad, murió mucha gente en la ciudad, pero lo que me sobrecogió fue que las personas que sobrevivieron solo fueran las personas de Celestia, el resto de ciudades flotantes cayeron del cielo y todos sus habitantes... Murieron.
Llegamos por la noche en la base había un gran estropicio y no sabíamos si los demás estarían bien, fuimos directos para la enfermería.
Al llegar a la enfermería allí estaba al equipo no había nadie herido por lo menos que yo viera.
--¿Estáis todos bien?-- Pregunté.
--Nosotros si pero el maestro y Hank no han tenido tanta suerte.-- Respondió Max.
--¿Qué les a pasado?-- Pregunto Amelía.
--El maestro tiene una mano destrozada.-- Dijo Laura. --Le exploto en comunicador en la mano.
--¿Y a Hank qué le a pasado?!-- Pregunté.
--El estaba delante de la pantalla de mando.-- Respondió Carlos. --Tiene toda la cara desfigurada, no creemos que aguante mucho, necesitamos un médico.
--¡Yo lo encontraré, Hank es parte de los nuestros y juré proteger a los míos!-- Dije muy decidido.