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"¿Alguna vez lo haz hecho en un granero?"
Esa pregunta escrita en papel fue el detonante de la desesperación de Maggie, Salió corriendo hacia el granero, con esperanzas de que aquel hombre no viera eso...
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Momentos antes...
Glenn estaba tranquilo caminando hacia el granero, se sentía bien, Maggie le había pedido hacerlo de nuevo y eso le subió el autoestima. Se encontraba con una sábana y una almohada consigo, era de noche, podía ver bastante bien pero aún así decidió llevarse una linterna.
Comenzó a observar el granero para ver cómo lograría entrar, ya que la puerta principal estaba cerrada. Encontró unas escaleras así que decidió subir por ahí, llevándolo a la parte de arriba del granero.
Al subir comenzó a escuchar ruidos extraños, como si fueran gruñidos. Y un olor nauseabundo se presentó, creando una mueca en sus rostro.
Prendió la pequeña linterna que había llevado con él, con esperanzas de estar equivocado, pero no. Camino unos cuantos pasos hasta que los gruñidos se hicieron más y más fuertes, llegó al borde y alumbró para abajo. Lo que se encontró no fue muy bonito que digamos, unos 15 o 16, tal vez más, caminantes estaban en la parte de abajo del granero.
Se quedó en shock, comenzó a arrodillarse en la orilla para poder verificar que lo que estuviera viendo no fuera parte de su cabeza. Al estar distraído, no se dio cuenta de que estaba muy en el borde y resbaló.
- No!-
Ese "no" fue apenas inaudible, Glenn quedó colgando de cabeza mientras se sostenía con sus propias piernas gracias a una grieta en el suelo que permitía que su pie se aferrara.
Aunque en realidad, la salvación de Glenn fueron ese par de manos que lo sostuvieron de su camiseta. Aquellas manos comenzaron a tirar de Glenn para atrás, facilitándole el trabajo de alcanzar con sus manos el borde y subir. Ya que al parecer la persona que lo salvó no era lo suficiente fuerte como para atraerlo de un tirón.
