-¿Creés que todo el mundo es una mala persona, Logan?-
La pregunta del psicólogo, Emil, captó la atención del pequeño niño enfrente suyo. La respuesta fue tardía, pero llegó en un pequeño susurro.
-No por completo.-
-¿A qué te refieres con eso?-
El jóven de tan solo 9 años suspiró, mirando hacia un lado de la cámara, sin mirarla fijamente.
-Todos tenemos algo malo dentro de nosotros, esa pequeña chispa que a veces te pide hacer cosas que sabes que no deberías hacer. La única diferencia que nos separa es que...hay gente que elige hacerle caso y otros que no, al menos no del todo.- Su mirada oscura se dirigió al psicólogo, quien lo escuchaba atentamente.- Todos tenemos un poco de maldad dentro.
-¿Qué es ser...malo para ti, Logan?-
-Mm...tal vez...hacerle daño a otros.- Se tocaba la oreja mientras contestaba.
-¿Tú te consideras una mala persona?- El menor soltó su oreja, mirando a Emil con lo que parecía ser una pequeña sonrisa.
-¿Usted qué creé?- Murmuró, subiendo sus cejas.- ¿Soy una mala persona?
El psicólogo Köster se quedó en silencio, pensando seriamente su respuesta. Observaba con atención el lenguaje corporal de Koch y, como en la mayoría de sus sesiones, se veía relajado.
-Yo...creo que sí, Logan. Pero puedes cambiar.- Arregló sus anteojos.- ¿Qué hay de ti? ¿Creés que eres una mala persona?
-Soy consciente de lo que soy.- Cortó.- no quiero cambiar.
-¿Por qué no? Sabes que eres malo, por lo tanto, según nuestro concepto de "malo"...admites haberle hecho daño a muchas personas, ambos sabemos que eso es así.- Habló, tratando de pasar de largo la inminente sensación de estar siendo observado.- Tienes la oportunidad de cambiar.
