05 . Ofender, Humillar

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El frío era abundante en las calles de Canadá, la nieve no cesaba y el aire era congelante para todos en las afueras de los lugares cerrados de cuatro cálidas paredes.

Un grupo de amigos estaban reunidos en el departamento de un joven español con un extravagante gusto por las cosas. Jugaban juegos de mesa, algunos populares y otros no tanto, su plan inicial era ver películas en algún cine local, pero el frío afuera no les dejo continuar con estos planes.

El dado del ajedrez rodo sobre la mesa hasta sacar un seis, el chico de cabello castaño celebró ante su número mayor, moviendo su ficha en el tablero y ganando la última partida del juego.
Desagradable para el mal perdedor de su esposo.
Las risas seguían en aquella pequeña sala con decoración llamativa, algunas quejas por haber perdido y otras felicitaciones por su logro, se sentía raramente alegre por haber ganado un bonito juego lúdico contra sus amigos, y su esposo, claro, él.

Un suspiro cansado del moreno hindú resonó en la sala, los demás voltearon a mirarlo cuando en su rostro permanecía una sonrisa burlesca. Se levantó del sofá donde estaba anteriormente sentado al lado del mestizo, camino lentamente hasta la cocina del departamento y volvió con una taza de café caliente, volviendo a sentarse.

- Parece que hoy Cody tiene suerte, nunca gana nada. -

Nadie dijo nada, más aún así, el moreno continuó con sus palabras.

- Me sorprende que haya sido tan fácil para él, ¿no habrás hecho alguna trampa, Cody?, digo, un perdedor no puede ganar de la nada así... -

El mestizo trago saliva. Se sentía incómodo en aquella charla donde solo hablaba uno de los cuatro presentes, tampoco sentía necesidad de contestar sabiendo que la respuesta que recibiría sería aún más humillante para él.

El juego continuó en silencio durante un par de minutos, pues habían empezado de nuevo con ello. Durante la nueva partida, todo transcurría con alegría, aunque algunos estaban más centrados en hacer lucir como quedados a otros, específicamente, Noah a su amado. Pero nadie se daba cuenta de ello, pensaban que era normal en su relación de ya casados.

Tirar el dado ahora era turno de Noah, pero el dado había caído bajo la mesa. Se agachó a recogerlo, y al intentar levantarse choco su cabeza contra la mesa, provocando que su taza de café aún algo caliente cayese sobre las prendas de su esposo. Salió de ahí, viendo a Anderson levantarse rápido para correr al baño de ese departamento e intentar limpiar su ropa, se sentía humillado en ese estado.

-

Un par de segundos pasaron hasta que el castaño salió de ese baño, su esposo lo había acompañado cuando se levantó del sofá, salieron juntos de ahí, Anderson fue directo a la puerta y tomo su chaqueta para el frío, saliendo del departamento para esperar en el auto a su esposo, el cual, segundos después camino también hacia la puerta saliendo de ahí.

- Eso fue raro... -

Comento el español, mirando a su amigo de tez blanquecina quien solo se encogió de hombros. Ambos salieron al balcón, viendo desde este como los esposos ya estaban en su auto y yéndose de ahí.

Aunque algo que no podían ver ni oír era el constante llanto del mestizo por haber quedado tan mal frente a sus amigos, y Noah, oh, él solo lo consolaba con caricias en la cabeza mientras conducía, que humillante.

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VI0LENT0METR0  |  Noco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora