CAMILAHice todo lo que pude para mantener las lágrimas a raya cuando terminé de empaquetar mis últimas cosas. Sabía que volvería, pero aun así seguía siendo duro. Había hecho otro viaje hasta el armario para coger mi último par de vaqueros cuando vi la camisa blanca que había llevado la noche que Lauren decidió comerme a mí. Dejé que mis dedos bailaran junto a la manga y recordé la expresión de su cara cuando entré llevando nada más que eso puesto. La había odiado por aquel entonces, pero ni yo misma pude negar la atracción sexual que recorría el aire que había entre nosotras. Descolgué la camisa de la percha y la guardé también. Lauren no la echaría de menos.
Tenía un montón de ropa y para ella esa camisa no era más que un simple copo de nieve entre una avalancha de otros. Para mí, no tenía precio.Lauren salió del cuarto de baño con una camiseta de cuello en uve, un par de vaqueros y unas deportivas. Todavía tenía el pelo húmedo de la ducha que nos habíamos dado.
—¿Vas un poco mal vestida para ir a la oficina, no crees? —le sonreí mientras guardaba su camisa y las últimas prendas de mi ropa dentro de la bolsa y la cerraba.
Lauren me rodeó la cintura con los brazos desde atrás y me abrazó con fuerza. Podía oler el ligero aroma de su colonia y gel de baño, así que respiré hondo para guardarme cada pequeño matiz en la memoria. Como si se me fuera a olvidar alguna vez.
—Sí, pero es el perfecto atuendo para llevar a mi chica a casa de sus padres.
Cubrí sus brazos con los míos y giré la cabeza para mirarla.
—¿Vas a escaquearte del trabajo?
—Ajá... —Me besó en la punta de la nariz—. Quiero pasar cada último segundo que pueda a tu lado. En la oficina se las pueden apañar sin mí otro día más. —Lauren apoyó la barbilla en mi hombro y bajó la mirada hasta la bolsa—. ¿Cómo has podido meter toda tu ropa ahí?
—No lo he empaquetado todo —dije encogiéndome de hombros—. La ropa extravagante no es muy necesaria que digamos en Hillsboro. Solo es una ciudad pequeña. No tenemos centro comercial siquiera. ¿Me ves caminando por el supermercado con tacones de aguja y minifalda?
Lauren hizo como que se lo pensaba con un «Umm...» y pegó las caderas contra mi trasero. Me lo tomé como un sí, al igual que el pequeño conejito entre mis piernas. El Chichi ronroneó e intentó como pudo restregarse contra su polla como un gatito en busca de atención. Lauren se la habría dado, claro, lo cual habría sido contraproducente si queríamos volver a salir del dormitorio pronto. No es que tuviera aprensión alguna a tener otra ronda con el Vergazo Prodigioso, pero mi madre necesitaba tener a alguien en casa que la ayudara y mi padre se merecía un descanso.
—No vamos a conseguir salir nunca de aquí si sigues haciendo cosas como esa —le advertí.
Me percaté de que en realidad no había guardado muchas cosas, y queriendo meterme un poco con Lauren, exageré un suspiro.
—Al final tendré que ir de compras porque me tiraste todas las cosas que traje conmigo desde un principio.
Lauren escondió su rostro en mi cuello y gimió, cosa que solo logró que yo soltara una risilla. Estaba claro que se sentía como una cabrona por haberlo hecho, y aquello me pareció de lo más adorable. Me giré entre sus brazos y le acuné el rostro con las manos.
—Te quiero —le recordé.
Lauren me miró con adoración.
—Y nunca me cansaré de escucharte decir esas palabras. Toma —dijo, llevándose la mano al bolsillo trasero y sacando la cartera. Cogió una tarjeta negra de metal y me la tendió—. Quiero que la tengas para comprar ropa o cualquier otra cosa que puedas querer o necesitar.
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De compra a corazón (Lauren gip)
RandomCamila Cabello tiene un secreto. Cuando un asunto de vida o muerte amenaza con acabar con su familia, Camila decide hacer un sacrificio muy especial. Se ofrece en puja en el club erótico más exclusivo de Chicago. Ahora, Camila es propiedad de Lauren...