DAVIDMierda.
Observé mi reflejo en el espejo del cuarto de baño. Mi preciosa cara tenía un aspecto deforme, pero al menos me las había arreglado para limpiarme la sangre y vendarme las heridas abiertas.
No llamarían a la poli. Estaba seguro de ello. Tendrían que exponerse ellos también en el proceso y estaba seguro de cojones que la prostitución y estar metido en el negocio de esclavos humanos acarreaban una pena mucho mayor a la larga de lo que yo casi había hecho.
Aunque supuestamente la situación no tendría que haber terminado así.
Lo había planeado a la perfección, o eso pensaba.Paso uno: hacerle mi proposición a la puta, amenazarla con sacar a la luz su sórdido affaire y contar con su tendencia natural de cazafortunas para sellar el trato.
Paso dos, mi favorito: follármela por detrás, hacerle saber lo que se estaba perdiendo al faltarle el respeto a la Madre de las Pollas y dejarla suplicándome por más, todo mientras esperaba a que Jauregui entrara y nos pillara en el acto. Y luego ella no va más: sentarme y relajarme mientras observaba a mi némesis ponerse toda autodestructiva al descubrir que había hecho mía otra de sus preciadas posesiones.
Pero me había salido el tiro por la culata. Camila no aceptó mi oferta, lo que significaba que Jauregui no iba a vernos follar.
No me habría imaginado que habría un altercado físico de verdad, aunque no es que lamentara haberle pegado a la zorra. Necesitaba aprender que este era un mundo de pollas y que haría bien en quedarse en su lugar. Pero entonces Lauren entró y me lo jodió todo.—Cabronaza.
Me mofé frente al espejo antes de adentrarme en mi oficina y servirme una copa bien cargada. Removí el oscuro líquido color ámbar, me dirigí hacia la ventana y miré a la ciudad. Mi ciudad. Yo era su puto dueño, o lo sería.
Hice un gesto de dolor cuando di un sorbo y el vaso hizo contacto con mi labio roto. Una gota de alcohol aterrizó justo en el corte y, para colmo, me escoció como su puta madre.
—¡Joder! —rugí y lancé el vaso contra la pared más cercana.
Este se hizo añicos y coloreó la pintura blanca con gotitas de whisky mientras los diminutos trocitos de cristal llovieron sobre el suelo.
Maldije entre dientes y decidí dejarlo así para los empleados encargados de la limpieza, luego me volví a girar hacia la ventana.
Lo que había ocurrido antes fue el resultado de un plan muy poco pensado por mi parte. Debería haberme concedido un poco más de tiempo con ella. No es que Lauren no hubiera querido darme una patada en el culo aunque Camila hubiera sido una participante bien dispuesta. Pero si ese hubiera sido el caso, su puño no habría podido soltar tantos puñetazos. Era muchísimo más fácil lidiar con un orgullo herido y un corazón roto, que con una persona con complejo de superhéroe y comportándose igual de violenta que Rambo al defender su territorio.
No importaba, yo todavía seguía teniendo el poder. O al menos lo haría antes de que acabara la noche.
No tenía que follarme a su chica para destruirla.
Lo conseguiría igualmente con lo que tenía planeado revelarle a la junta directiva en la reunión del lunes.
Pero sí que tenía algo que demostrar. ¿Cuántas veces había intentado hacerle entender a la gilipollas que las mujeres solo buscaban una única cosa?
Dinero. Simple y llanamente. Todas y cada una de ellas eran unas zorronas cazafortunas.Bueno, vale, quizá sí que hubiera otra cosa que buscaran también: pollas.
También les gustaba eso. Cuando los dos éramos un par de jóvenes gamberros, había intentado grabarle mi teoría en la sesera con putas, sobre todo porque quería que estuviera libre para salir conmigo los fines de semana, o simplemente cuando necesitara un compinche, aunque sí que creía que lo que decía era cierto. Había visto a mi padre cambiar de esposa casi tanto como de corte de pelo. Y todas y cada una de ellas se marchaban poseyendo una pequeña parte de su fortuna. Una fortuna que debería haberme pertenecido a mí por derecho.
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De compra a corazón (Lauren gip)
De TodoCamila Cabello tiene un secreto. Cuando un asunto de vida o muerte amenaza con acabar con su familia, Camila decide hacer un sacrificio muy especial. Se ofrece en puja en el club erótico más exclusivo de Chicago. Ahora, Camila es propiedad de Lauren...