Capítulo XI: Amigos

633 61 31
                                    

—Si Constancio volvió con su amante, la única culpable eres tú.

Luciana miró a su hermano como si no lo reconociera.

—¿Qué estás diciendo Damián?

Su hermano se encogió de hombros.

—Es la verdad, Luciana –insistió—. Si Constancio se vio en la necesidad de regresar con Victoria es porque tú no le has dado el lugar que se merece, lo has descuidado y también a tu hijo, tu casa, ¡hasta tu propia persona! Hace mucho que tu familia dejó de importarte por culpa de tu vicio –hizo una breve pausa, analizando la expresión de su hermana tratando de determinar si sus crueles palabras la afectaban o no—. En lugar de estar aquí encerrada lamentándote, lo que deberías hacer es tomar de nuevo el control de tu vida y de tu casa. Vuelve a ser una persona y no una mera carga, lucha por tu familia y por tu marido. De lo contrario lo único que conseguirás es que Constancio termine corriéndote de su casa para que Victoria sea quien usurpe tu lugar en esta casa.

—No, ¡Eso nunca! –vociferó Luciana con rabia—. Constancio es mío ¡Mío!

<

—¿Ya hablaste con Sebastián?

Paula miró a Alejandro y negó con la cabeza.

—Aún no.

—¿Cuándo piensas decírselo?

Paula calló unos segundos.

—Tal vez no sea necesario.

—Hola, hola –saludó Sebastián, reuniéndose con su novia y mejor amigo en la cafetería de la universidad, sin saber que interrumpía una conversación importante—. Perdonen la demora.

Paula forzó una sonrisa.

—No pasa nada, mi amor.

Alejandro se aseguró de dedicarle una mirada de advertencia a su hermana, antes de saludar a su amigo. Paula desvió la mirada sintiéndose culpable, pensando que tal vez no debería haber dicho aquello...

<

—¿Cuándo quieres que se inicie el proceso de divorcio? –inquirió Constancio después de que ambos terminaron de comer.

—Lo antes posible –respondió Victoria.

Constancio asintió.

—Muy bien. Haré que se inicie con el trámite esta misma semana.

Victoria sonrió agradecida.

—Gracias Constancio, no sabes cuánto te lo agradezco –hizo una pausa—. ¿Cuándo crees que pueda reunirme con el abogado? –frunció el ceño—. Tenemos que conocernos y ponernos de acuerdo con lo de sus honorarios.

Una pícara sonrisa apareció en el rostro de Constancio.

—Estás frente a tu abogado, Victoria.

Ella se sobresaltó.

—¿Qué?

—Lo que acabas de escuchar. Yo seré tu abogado y te voy a representar en el proceso de divorcio contra Mendoza –aclaró con calma.

Victoria rio con escepticismo y negó con la cabeza.

—No, no. Debes estar bromeando ¿No es así?

Él negó con la cabeza.

—Estoy hablando totalmente en serio.

Ella palideció.

—Yo pensé que me ibas a reunir con algún abogado de tu bufete...

Duelo de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora