Capítulo XX: Ruinas.

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Tres días después Paula recibía el alta médica y estaba en total libertad de poder volver a casa, siempre y cuando se comprometiera a seguir al pie de la letra las recomendaciones médicas del doctor, así como también los pequeños ejercicios de rehabilitación para su brazo y su pierna. Victoria estaba encantada con la noticia y a primera hora se había dispuesto a ir al hospital, acompañada de Camila, para realizar todo el trámite necesario para generar la salida de su hija mayor. En aquella ocasión Constancio no había podido acompañarla puesto que esa mañana tenía una reunión con un posible cliente muy importante.

─Lo siento mucho, solecito ─se disculpó él a través del teléfono-. De verdad me habría gustado acompañarte, pero se trata de un algo muy importante...

─No te preocupes, mi amor ─sonrió ella, interrumpiéndolo con suavidad─. Entiendo perfectamente.

Él también sonrió.

─Trataré que la reunión sea lo más breve posible ─prometió en tono juguetón, ansioso con la idea de poder verla y robarle un par de besos─. Y después las alcanzo en el hospital.

Ella rio suavemente al detectar el tono travieso de él.

─De acuerdo ─accedió.

Alejandro y Sebastián tampoco habían podido ir al hospital debido a que aquel día tenían que presentar un examen muy importante en la universidad y Paula había insistido bastante en que no podían dejar de lado sus obligaciones por su causa.

─Puedo hacerlo después ─había dicho Sebastián.

─No, claro que no ─espetó Paula de inmediato─. Es una prueba muy importante, Sebastián ─le recordó con una mirada seria─. Les agradezco bastante todo el apoyo que nos han dado y que se mantengan al pendiente de mi salud, pero tampoco me gustaría que descuidaran sus obligaciones por mí ─explicó y miró a Alejandro─. Esto también es para ti ─le dijo.

─Paula tiene razón, muchachos ─intervino Victoria, tomando entre sus manos la mano de su hija.

Alejandro y Sebastián se miraron entre sí y asintieron, sabiendo que no tenían alternativa.

—¿Emocionada por volver a casa, señorita? —preguntó el médico, de forma sonriente, mientras ingresaba aquella mañana a la habitación de Paula.

La joven le devolvió suavemente la sonrisa y asintió.

—Estoy muy ansiosa —respondió.

El médico asintió.

—Recuerda que debes continuar con tus pequeñas terapias en casa —le recordó—. Son muy importantes para que tengas una pronta recuperación —señaló—. Con el tiempo podemos ir programando algunas sesiones aquí en el hospital.

Paula suspiró cansadamente.

—De acuerdo —accedió.

El médico asintió.

—En ese caso llamaré a una enfermera para que alisten todo para tu última terapia aquí, antes de dejarte ir ¿de acuerdo?

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Helena terminó de aplicarse su labial de un tono rosado y se miró al espejo para verificar que todo estuviera en orden. La puerta de su habitación se abrió y por ella ingresó Gerardo, su marido.

—¿Vas a salir, mi vida? —inquirió él con una sonrisa enamorada.

Ella se giró y asintió.

—Quiero ir a ver a Victoria —respondió—. Hoy dan de alta a Paula y quisiera acompañarlas un momento.

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⏰ Última actualización: Jul 31 ⏰

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