-Nancy, ¿El doctor Mendoza se encuentra en su oficina?
La secretaria elevó la vista y observó a la Doctora López, de pie ante su escritorio, sonriente como siempre. Pero Nancy sabía quién era en realidad aquella mujer y no le gustaba demasiado.
-Sí, la está esperando -respondió con una media sonrisa-. ¿La anuncio?
-No es necesario, Nancy. Gracias.
Tatiana dio media vuelta y se dirigió a la oficina de Enrique, a la cual ingresó sin siquiera tocar y cerró la puerta con seguro a sus espaldas.
-Buenas tardes, Doctor Mendoza... -saludó con una radiante sonrisa.
Al escucharla, Enrique elevó la vista de unos documentos y le sonrió de igual forma.
-Hola -respondió-. ¿De qué necesitas hablar conmigo?
Tatiana empleó una expresión de seriedad y empezó a caminar hacia el escritorio con paso lento.
-Esta noche necesito viajar para terminar el acuerdo de la comercializadora... -le recordó.
-Lo sé -respondió Enrique-. ¿Qué hay con eso?
-Necesito que vaya conmigo.
Enrique frunció el ceño.
-Creo que puedes encargarte perfectamente de eso tú sola.
-Sí -admitió Tatiana-. Pero una de las partes no está dispuesta a acordar nada sin su presencia.
Enrique se mostró molesto.
-¿Quién?
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La puerta de la oficina de Constancio se abrió y un apuesto muchacho ingresó con un aura de seguridad, pese a que su expresión no reflejaba emoción alguna.
-Hola papá -saludó el joven.
Constancio se puso de pie y lo fulminó con la mirada.
-¿Qué demonios haces aquí, Alejandro? -rugió-. ¿No te ordené expresamente que te quedaras en Santa Bárbara con tu madre?
Alejandro no se amedrantó, como si estuviese acostumbrado al mal humor de su padre.
-Sí, lo ordenaste -admitió-. Pero no pienso hacerte caso.
Constancio apretó los puños con fuerza.
-Alejandro... -en tono de advertencia.
-No, papá -lo interrumpió-. Desde que decidiste abrir un nuevo despacho en esta ciudad, acordamos que yo podría ayudar en el bufete en mis ratos libres e incluso me cambié de universidad para hacerlo -espetó con firmeza-. ¿Cómo es que de repente me pides que regrese a Santa Bárbara? ¿Así como así? ¿Pretendes que cambie de nuevo de universidad como si nada?
Constancio lo miró con frialdad.
-He cambiado de opinión y tu deber es obedecerme, no cuestionarme.
Alejandro lo miró escéptico.
-No te creo. Tú nunca cambias de opinión a menos que te convenga...
-¡Alejandro!
El joven elevó la barbilla.
-Es la verdad, papá -recalcó-. ¿Cuál es tu motivo para enviarme de nuevo a Santa Bárbara?
Exasperado Constancio tomó asiento de nuevo y se pasó una mano por el cabello, despeinándolo un poco.
-Para que cuides de tu madre ¿Para qué otra cosa? -espetó con sequedad.
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Duelo de Poder
FanficVictoria y Constancio compartieron un gran amor de juventud que no pudo ser. Ahora, veinticinco años después, cada uno tiene una vida y una familia hecha lejos del otro... Hasta que sus caminos se vuelven a encontrar, provocando que resurjan a la su...