Capítulo V: Memorias.

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-¡No, eso no es verdad! -negó Constancio con fiera determinación.

Alejandro rio con aspereza.

-¡Acabas de decir que Paula es tu hija!

-¡Y lo es! -aseguró Constancio-. Pero Victoria no es mi amante, Alejandro. Así que no te permito que hables mal de ella ¿Entendiste?

Su hijo lo miró con recelo.

-Quizás ahora no lo sea -estuvo de acuerdo-, pero tuvo que serlo para que tú seas el padre de Paula.

Constancio suspiró profundamente, temiendo sacar a la luz cosas de un pasado que no le gustaba recordar, pues cada vez que lo hacía se daba cuenta de todo lo que había tenido y perdido.

Se frotó el puente de la nariz.

-Es una larga historia.

Alejandro se cruzó de brazos con determinación.

-Te escucho.

Constancio miró a su hijo y supo que no podía escapar de su interrogatorio, conocía demasiado bien a Alejandro como para saber que buscaría la información por otro lado sí él no se la daba.

-Está bien... -cedió y se dejó caer pesadamente en el sofá. Tomó aire profundamente antes de hablar-. Conocí a Victoria cuando ella tenía dieciocho años -comenzó a relatar-. Era una jovencita muy bella y alegre, me cautivó desde el primer momento en que la vi. Nos hicimos amigos, después novios durante algún tiempo... -suspiró-. Tomé la decisión de separarme de ella cuando me mudé a estudiar a Santa Bárbara. Yo sabía que mis padres siempre habían soñado con que me casara con Luciana y entonces se me hizo lo más normal del mundo pedirle matrimonio, eso hizo felices a nuestras familias. Luciana era mi igual -prosiguió Constancio-. Nos conocíamos desde niños, éramos del mismo círculo social y vivíamos en la misma ciudad. Con Victoria, yo sabía que la distancia acabaría por separarnos tarde o temprano, sobre todo porque ella era menor que yo y era lógico que ella deseara tener una vida como cualquier adolescente, así que no creí que fuera lo mejor atarla a mí con un matrimonio prematuro siendo ella tan joven. Ella tenía planes desde antes que yo llegara a su vida así que quise darle la oportunidad de que viviera su vida como lo había planeado. Así que poco después volví a la ciudad para terminar con ella y me marché sin saber que ella quedó embarazada...

-De Paula -dedujo Alejandro.

Constancio asintió sin mirarlo.

-Sí -respondió-. De haberlo sabido no me habría casado con Luciana -miró a Alejandro-. Así que te darás cuenta de que nunca engañé a tu madre con Victoria, en todo caso a quien engañé fue a Victoria al dejarla por otra mujer.

Alejandro apretó los labios en una fina línea.

-¿Cómo supiste lo de Paula?

Constancio no respondió con rapidez.

-En realidad lo supe hace poco -confesó con la verdad-. Cuando la trajiste por primera vez a la casa, me sorprendió el enorme parecido que tiene contigo y cuando supe que era la hija de Victoria... Enseguida me imaginé que Paula era tu hermana.

Alejandro frunció el ceño.

-¿Victoria nunca te dijo nada?

Constancio apretó la mandíbula.

-No -respondió-. Ni siquiera estoy seguro de que lo supiera cuando terminamos nuestro noviazgo.

-¿Y por qué no te buscó cuando lo supo?

Constancio se encogió de hombros.

-No lo sé, aunque yo ya me había casado con tu madre para ese entonces y tal vez por eso no lo hizo.

Duelo de PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora