Inútil.

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2030. (Morgan y Kobik tienen 12 años)

MORGAN

Es San Valentín, y le dije a Kobik que quería que saliéramos, específicamente, a la feria.

Arme un plan junto con un cómplice, mi hermano Harley. El plan era que nos llevase en su auto a la feria y que el después se valla con Cassie a una cita, aunque la única condición que mis tíos nos pusieron para dejarnos ir fue que Harley se quedara con nosotras, pero bueno, no iban a enterarse ¿O si?

Tanto Kobik como yo nos la habíamos pasado genial, nos subimos a casi todas las atracciones y compramos algunas tonterías como unas diademas de gato o bebidas y comida, nos dieron bastante dinero, así que no nos preocupamos por ello, aun así, no quisimos gastarlo todo. La cita era perfecta, justo como la había planeado. Hasta que un juego de dardos para ganar peluches se cruzo en la mirada de mi acompañante.

— ¡Morgan, mira!— exclamo.

— ¿Que?

— ¡Ese juego!— voltee a ver donde su dedo índice señalaba, el puesto con el juego.

— ¡Ay, yo quiero jugar!— dije, y tome la mano de Kobik para correr juntas hasta el puesto.

Frente a nosotras había una pared de globos los cuales debíamos reventar para ganar un premio, uno de los tantos animales de peluche que habían colgados. Mi vista se giro hacía Kobik, quien miraba fijamente uno de los peluches, un gato blanco, sus ojos brillaba al verlo.

— S-se parece a Alphine— dice con una linda sonrisa.

— ¿Lo quieres?

— Mucho.

— Pues juega— Kobik metió la mano en su bolsillo en busca de algo de dinero para pagar la oportunidad.

— Solo tengo un dólar.

Me voltee al dueño del puesto— Disculpe— el me miro— ¿Cuánto cuesta un lanzamiento?

— Cinco dólares— contesta secamente.

Mi mirada fue hacia Kobik, la ilusión de su mirada se desvaneció al igual que su sonrisa.

— Oh... Okey... M-muchas gracias, señor— su mano se entrelazó con la mía— Vamos, Morgan— ella comenzó a caminar hacia la salida jalandome junto con ella.

— Oye— la detuve— A mi aún me queda algo de dinero, puedo jugar— digo, las estrellas volvieron a dibujarse en sus ojos.

— ¿De verdad?

— ¡Si! Te lo conseguiré, te lo prometo.

— Okey— Kobik sonrió, yo le devolví la sonrisa.

— Señor— exclamé metiendo mi mano en el bolsillo de mi pantalón y sacar un billete de cinco dólares— Deme un dardo.

El obedeció. Tome el venablo y mire a Kobik con superioridad— Atrás, querida, prepárate para lo que verás— bromee, provocándole un risa.

Me concentre en el objetivo, un globo color azul, apunte, y dispare. Pero, para mí mala suerte, no logre reventar ni un solo globo.

— Ups, lo siento, querida— dijo el señor, con lo que creo, fue un tono burlón.

Y me enoje. No solo conmigo misma por haber fallado y no haber podido conseguirle un juguete a mi novia, si no porque este tipo, que seguramente tiene más de treinta años, se cree con el derecho de burlarse de una chica de doce años por fallar un tiro.

— Lo siento nada— volví a meter ni mano en mi bolsillo y a sacar otro billete— Deme otro— dije.

Y así seguí. Lanzando uno, dos, tres, cuatro dardos, para que ninguno de todos ellos reventara un maldito globo. La frustración se apoderó de mí a partir del tercer dardo que lance, ignoraba completamente a Kobik, que me decía que ya estaba, que nos fuéramos porque ya era la hora que habíamos acordado con Harley para que nos buscará.

Anécdotas de la Familia Stark RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora