Había una vez

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—Habia una vez, en un reino lejano, una caperucita roja que no era una inocente niña caminando por el bosque...

—Mamá así no es ese cuento.

—Bueno vamos con el otro entonces. Había una vez risitos de oro que primero antes de que su cabello se tornará dorado, enamoró a todos con su sonrisa y Alicia en su país de maravillas, la llamó sonriente.

—Mamá estás mezclando todas las historias, mejor le digo a mami que me lea el cuento.

Mi hija de siete años tomó los libros de la cama, cargandolos todos, agarró a su hermano de tres años y salieron a buscar a sonriente para que les contará el cuento. Se parece demasiado físicamente a Nova, y con el carácter de nosotras a diferencia de Logan que es un total amor y tranquilidad cómo lo es sonriente.

—Zoé y Logan fueron a buscarnos porque dicen que les estás contando las historias mal otra vez.

—Sonreí— Solo quise improvisar un poco —me levanto caminando hacia ella y la beso cuándo me atrapa de la cintura— comencé con la historia de la nada inocente caperucita roja, pero se enojó y luego seguí con la de risitos sonriente de oro.

—Adivino —coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja— se la contaste como quisiste también y no cómo era.

—Puede ser que la hayas parido tú, pero se parece mucho más a mí de lo que me gustaría —la beso y muerdo su labio inferior— ahora ¿Dónde está nuestra esposa con nuestros hijos?

—Los niños están en nuestra habitación con ella.

Llegamos a la habitación y vimos a sonriente como la llamo, en medio de la cama con un niño a cada lado acostado sobre su regazo. Nos subimos cada una por un lado, alzando a cada uno para besarla y luego escuchar la historia que está narrando sin leer ningún libro, siempre ha sido una buena narradora y eso es una de las cosas que amamos de ella, la otra es su sonrisa que nos ilumina siempre.

Pero entonces yo les voy a contar cómo conocí a Roja y a Sonriente de una manera poco común y cómo tuvimos que atravesar demasiadas cosas en el camino y no sólo el rechazo de nuestra relación por la sociedad, la misma sociedad que gira el rostro por ver muchas veces injusticias, pero se sorprende al ver personas que se aman del mismo sexo y las señalan. Esto va para ti Marta, que nos viste besarnos y nos señalaste con el dedo diciendo que éramos pecadoras y se te olvida cuando cuerneaste a tu marido con el señor del internet, que bien que te acomodaba el módem, nos vemos en el infierno, pecadora.

 Esto va para ti Marta, que nos viste besarnos y nos señalaste con el dedo diciendo que éramos pecadoras y se te olvida cuando cuerneaste a tu marido con el señor del internet, que bien que te acomodaba el módem, nos vemos en el infierno, pecadora

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Ahora más calmada...

En un principio a las tres nos costó, quizás un poco más a mí, darme cuenta o admitir que no podía separarme de ellas, que no quería hacerlo y así cómo yo me había enamorado primero de una y luego de otra, ellas también se enamoraron de mí, y entre ellas desde antes.

Fue difícil y a veces doloroso, fue confuso, cómo podía amar a dos personas al mismo tiempo, sin que algo se cuestionara en mí cómo: creencias, estereotipos se derrumbaran, y las preguntas bullian en mi interior cómo un panal de abejas, porque yo no podía elegir a una, ni quería vivir sin ellas, pero tampoco podía tenerlas a ambas sin lastimarlas o lastimarme. Ese era mi dilema y eso es lo que ellas acallaron dándome un futuro que antes jamás hubiera imaginado, al lado de dos personas que amo y me aman, al lado de dos personas con las cuales construimos una familia.

Sin más preámbulos, así nos conocimos...

La chica oscura se enamoró de ellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora