2 La rara Margot

492 76 4
                                    

Con el transcurso de los días, 12 de las 50 se dieron de baja. Todavía somos muchas, y al tercer día el tele con la agenda se prende mostrando nombres y la foto de cada una al lado de la tarea a realizar. Nos dividieron en grupos por colores y cada grupo se encarga de una cosa día a día, teniendo un día de descanso a la semana. A esta altura saqué algunas conjeturas.

—Bien grupo verde, yo soy Viviane o Vivi ¿Les parece que nos presentemos? —maestra— arrancamos por la derecha.

—Alexandria —dije escueta sin mucha introducción sobre mi persona cuando me tocó a mí.

La ronda de presentación termina, la que deduje es maestra jardinera, nos pregunta porque parte queremos arrancar con una compañera, cómo somos 6 nos agrupamos de a dos, claro que yo elegí a Bernabé, que por azares del destino terminó en mi mismo grupo.

Recogimos las sábanas de las habitaciones, todas usamos el mismo color beige, en camas de doble plazas, ese detalle me tiene un poco inquieta, porqué si bien tenemos habitaciones individuales, una cama tan grande, no es que me venga mal, sino que me parece extraño.

Soy una de las pocas que prefiere el silencio de la individualidad, aparte mientras menos roce tenga con el grupo, menos probabilidades hay de romper las reglas. La única a la que le hablo de manera fluida, osea armando una oración completa es a Bernabé.

—Unas chicas me preguntaron sobre ti.

—¿Quiénes? —y tan rápido cómo hice la pregunta me arrepentí— olvídalo, ni siquiera sé cómo se llaman, no me interesa saber.

—Te tienen miedo.

—Deberian, yo no tengo nada que perder, no quiero que se metan conmigo.

Luego de ese charla, yo me transforme en un imán a la inversa que las repele, pero no a todas, hay una que sin importar que tan borde sea, parece reacia a apartarse y eso me pone un poco los pelos de punta, porque es demasiado curiosa.

Se ve joven pero a mi no me engaña de inocente no tiene nada, es más es demasiado astuta. Luego de un tiempo, todas aprendieron a temerle, Su cabello siempre con hojas o ramas, ya que le encanta andar por arriba de los árboles, es una de las que más cómoda se siente andando siempre descalza por la mansión. Sus ojos negros están enmarcados por unas pestañas largas del mismo color que delinean su mirada, le dan la cuota justa de inocencia, que en cuyo caso si no eres lo suficientemente observador, te tragas.

—¿Qué quieres Margot?

—Hablar contigo, siempre sola —miro a mi al rededor y Bernabé no está—. Ella se fue por aquel lado —señala hacia dónde está el resto de mi grupo— ¿Te ayudo a colgar la ropa?

—Puedo sola —Se cuelga de una rama boca abajo y queda con el brasier al aire cuándo se le baja la remera— ¿Ahora tienes complejo de mono?

—Me gusta ser así, me gusta estar aquí ¿A ti te gusta?

—Me da igual.

—¿No extrañas tu otra vida?

—Sabes las reglas Margot. Déjame terminar mi tarea en paz. Ve a molestar a otra.

—Parece que va a llover, yo que tú mejor levanto la ropa.

—¿De que hablas? No hay nubes.

Se descuelga del árbol y se va caminando aún descalza. El viento de torna frío y las nubes no tardan en aparecer cargadas de agua. Mi grupo corre a bajar toda la ropa, obvio las demás casi que no ayudan, no querían mojarse y no era su tarea.

—Te dije que llovería.

Pasa Margot descalza. Su expresión cambia cuando la lluvia se transforma en tormenta y los truenos no tardaron en tomar el cielo. Se corta la luz y cada una toma su linterna, yendose a su habitación.

La chica oscura se enamoró de ellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora