Capítulo 14 (Talon)

213 36 8
                                    

Nota de la autora

Hola queridxs lectorxs, siento mucho publicar en viernes y no en lunes pero es que genuinamente creía que había publicado el capítulo de esta semana y hoy mismo me he dado cuenta de que no era así. Así que con unos pocos días de retraso, tenéis vuestro nuevo capítulo.

Sin más que añadir, disfrutad de la lectura :D!!

Cuando Talon volvió en sí, supo de inmediato que no había simplemente perdido la consciencia. Ojalá hubiera sido así, pues significaría que no había vuelto a cometer el atroz acto que había perpetrado días atrás. Muy a su pesar, el olor de la sangre que le recibía cada vez que volvía ser consciente de lo que ocurría a su alrededor era más que suficiente para hacerle saber que había vuelto a pasar. Su corazón se hundió cual plomo en el agua salada del mar cuando cayó en la cuenta de que, por mucho que había intentado evitar volver a ser preso de sus instintos asesinos de Talon, todo había sido en vano.

Una vez más, sus rodillas flaquearon pese a su fuerza física. Cayó al suelo de bruces, decidiendo no mirar qué clase de desmembramiento atroz había causado cuando no había sido incapaz de controlarse. Talon cerró los ojos con la vana esperanza de que todo lo que había causado desapareciera. Que ningún cuerpo en aquella sala siguiera allí una vez abriera los ojos de nuevo. Sin embargo, la constante presencia del olor a sangre le hacía saber que eso no estaba ocurriendo y su sentido común le decía que no iba a pasar.

-¿Por qué?- se preguntó en voz alta, recuperando por fin el habla que había perdido al ser consciente de lo acontecido hacía unos breves minutos. Su voz era baja, temblante y patética- ¿Por qué, de todas las personas, tenía que ser yo?- inquirió a nadie en particular, poniéndose en pie de nuevo- ¿Es que no había suficiente con dejar que mis padres murieran ante mí cuando yo tenía 8 años? ¿¡Es que no estaba sufriendo todo lo que querías, universo cruel?!- su voz fue ganando fuerza a medida que hablaba hasta que sus preguntas se convirtieron en gritos. Era como si tratara de hacerle saber al universo que ya había sufrido bastante, que no era necesario que le siguieran lloviendo desgracias.

Talon soltó una leve carcajada cuando recordó qué era lo que le hacía seguir adelante cuando era más joven, inexperto e inocente. Creía en que algún día algo bueno le ocurriría e inclinaría la balanza de nuevo, compensando todo lo malo que le había pasado a lo largo de la vida. Volvió a reír cuando se le pasó por la cabeza cómo toda aquella esperanza no había servido para nada, que cada vez que le ocurría algo malo, eso solo iba a ser seguido por algo peor todavía. Sus leves risas acabaron por convertirse en carcajadas que rozaban lo desquiciado.

No obstante, sus carcajadas empezaron a convertirse en sollozos, Talon no podía decir exactamente cuando dejó de reír para empezar a llorar. Ni siquiera advirtió que las lágrimas habían empezado a rodar por sus mejillas. No le importaba.

Talon se movió hacia atrás, hasta llegó a una de las esquinas de la estancia. Su espalda chocó contra la pared y dejó que su cuerpo resbalara hasta estar sentado de nuevo en el suelo. Encogió las piernas hasta que le tocaron el pecho y las abrazó con los brazos. Tras eso, apoyó la frente contra las rodillas y siguió sollozando, sintiéndose la persona más terrible del planeta.

No pudo evitar preguntarse si sería así siempre. ¿Estaba condenado a sentirse miserable toda la vida?¿De verdad merecía la pena luchar contra lo que era inevitable? Todo parecía indicar que su destino como el monstruo que le habían hecho ser había sido saldado. Si no podía evitar terminar con las manos manchadas de sangre, ¿por qué siquiera intentarlo? Talon empezaba a preguntarse si verdaderamente merecía la pena permanecer cuerdo, abrazar esa brizna de humanidad que le quedaba y tratar de cuidarla como la débil luz de una llama que amenaza con apagarse pronto. Tal vez todo sería mejor si dejaba de intentarlo y simplemente permitía que esa pobre y sufriente llamita se apagara.

No lo entendía ¿Por qué empezaba a reír y luego se echaba a llorar desconsoladamente? ¿Por qué de repente sentía una ira imparable hacia el mundo en general? ¿Por qué? Había demasiadas preguntas que empezaban por esas dos palabras. Preguntas que eran difíciles de responder. ¿Estaría volviéndose loco? ¿Estaría por fin llegando a él la tan ansiada locura? Si era así. Si llegaba a él de una vez por todas, Talon no iba a ser quien la rechazara.

Pero... lo quisiera o no, esa pequeña llama le iluminaba. Si se apagaba quedaría a oscuras. ¿Verdaderamente merecía la pena? Era consciente de que si renunciaba a ella iba a resultar imposible reavivarla, pues se habría apagado para siempre. Descubrió que la oscuridad a la que se vería expuesto le asustaba más que la luz de la llama.

"Tal vez se apague igual, tan solo aceleras el proceso si lo haces tú" le susurró un rincón oscuro de su mente. No le faltaba razón. Con el tiempo, si esto seguía así, su cordura se evaporaría cual agua dejada al sol.

"Pero no tengo por qué ser yo quien sople sobre ella para que se apague" pensó Talon. "El aire, el agua, la tierra pueden apagar la llama, pero ¿por qué debería hacerlo yo?". No podía apagarla él. No podía renunciar a lo único que le hacía humano. Su yo del pasado no se lo perdonaría. Dick había hecho todo lo posible para no perder la cabeza ¿y ahora planeaba tirar la toalla?

No lo haría. No renunciaría. Pero no lo hacía porque quisiera seguir luchando, no. Lo hacía por sus padres. Por su yo de pequeño que usó toda su fuerza de voluntad para no rendirse. No podía fallarle a su yo del pasado.

Sin embargo, eso no significaba que no fuera a permitirse el lujo de derrumbarse, de llorar y tratar de dejar salir todo el dolor, la tristeza y la furia acumulada tras años de reclusión.

Y allí se quedó. Llorando en posición fetal en una esquina como el patético trozo de carne que era. Se supone que debía ser una máquina de matar pero ahí estaba él, cayéndose a trozos. Incapaz de soportar todas las atrocidades que se había visto obligado a hacer.

Exceso de... ¿Graysons?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora