No puedes permitirlo

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Carlos percibió la mirada de Debbie y se volvió hacia ella.

Sintiéndose tomada por sorpresa, Debbie bajó rápidamente la cabeza y se quedó contemplando el labial. "¿Crees que este color me queda bien?", le preguntó a Karen mientras fingía tranquilidad.

Sin embargo, su amiga no respondió a su pregunta, sino que tiró de su manga con entusiasmo. "¡Tú y el señor Hilton se están reencontrando! ¡Qué casualidad!".

"Debbie, ¿quién es la mujer que está con él?", preguntó Kristina.

"¿Acaso el señor Hilton vino para verte?", murmuró Karen.

Debbie fulminó a sus amigas con la mirada.

De repente, escucharon una voz desconocida. "No creo que ese labial te quede bien. Además, no puedes permitírtelo".

Confundida, Debbie levantó la cabeza y vio que era la mujer que acababa de entrar con Carlos.

¿Se conocían?

Olga Moron se acercó a ellas del brazo de Carlos. Tenía su cabello castaño recogido en un glamoroso moño. Luego, desplegó sus delgados dedos con uñas pintadas y le arrebató elegantemente la caja de labiales a Debbie. "Me llevaré esto. ¡Empácalo para mí!".

De repente, la observó de arriba abajo con una sonrisa despectiva.

A sus ojos, ella no era más que una estudiante universitaria que pretendía ser elegante y de clase alta.

'¿Por qué Carlos la estaba mirando? Sí, es hermosa, ¡pero no tanto como yo!', pensó Olga.

"¿Por qué me miras de esa forma?", espetó Debbie con disgusto. "Además, ¿cómo sabes si puedo permitírmelo o no?".

Luego, le quitó la caja de labiales. "¡Lo compraré ahora mismo!", le anunció a la vendedora.

Esta sacó la máquina POS silenciosamente y deslizó la tarjeta de Debbie antes de darse la vuelta para empacar el producto.

El rostro de Olga se oscureció de inmediato. "¿Cómo te atreves a hablarme así? ¿Quién te crees que eres? ¡Debes conocer tu lugar antes

de venir a comprar a un centro comercial tan lujoso como este!".

Debbie hizo una mueca burlona y miró a la mujer de la cabeza a los pies. "¡Ja! ¿Qué te hace pensar que tú sí mereces comprar en un buen establecimiento? ¿Quién te dio el derecho de menospreciar a los demás? Además, me temo que estos labiales no son adecuados para tu edad".

No hacía falta decir que Olga estaba furiosa por las palabras de Debbie. Después de todo, era la hija más querida de la familia Moron, por lo que le habían consentido desde pequeña. Nadie la había tratado como acababa de hacerlo esa mujer.

Olga respiró hondo y se dio la vuelta para caminar hacia Carlos. "Señor Hilton, esa mujer me faltó al respeto y me llamó vieja", dijo con un puchero, haciéndose la víctima.

"Yo no dije eso, tú misma acabas de hacerlo", comentó Debbie agitando la cabeza, como si estuviera viendo una obra de teatro.

"¡Oye!", exclamó Olga. A pesar de que estaba furiosa, no sabía cómo responder. Por lo tanto, no tuvo más remedio que acudir a Carlos en busca de ayuda. "Señor Hilton, no puedes permitir que me trate así".

Carlos observó a Debbie detenidamente, y se dio cuenta de que era la mujer que lo había besado en el bar.

De repente, todos los presentes se volvieron hacia él, como si estuvieran esperando escuchar lo que tenía que decir. Carlos abrió la boca para responder, pero finalmente se contuvo.

Olga lo miró con una expresión agraviada. Aunque quería decir algo, decidió dejarlo pasar porque le tenía miedo.

Mientras tanto, justo detrás de ellos, se encontraba Emmett, el asistente de Carlos. Este no dejaba de mirar a Debbie, ya que le parecía bastante familiar. De repente, se dio cuenta de lo que estaba pasando y se acercó a su jefe mientras se rascaba la cabeza. "Señor Hilton...", murmuró. "Ella es...".

Nunca Nos Separaremos Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora