Al día siguiente, Emmett clasificó algunos documentos y los llevó a la oficina de su jefe.
Carlos frunció el ceño mientras revisaba la información.
Solo había dos páginas. La primera era la solicitud de admisión de Debbie a la universidad, y la otra era su perfil. También había algunas fotos de ella.
La introducción era bastante breve y sencilla. Solo mencionaba su edad, la escuela donde estudió y sus pasatiempos.
En las fotos, se veía como una ordinaria estudiante universitaria. Sin embargo, era bastante atractiva, aunque vistiera con camisetas y pantalones sencillos. Algunas de las fotos habían sido tomadas mientras salía con sus amigos, pero ella siempre tenía una expresión perezosa e indiferente. En otras, llevaba una sonrisa arrogante que la hacía verse un poco traviesa.
Cuando sonreía, sus grandes ojos brillaban tanto que parecían contener estrellas. Era como si estuviera llena de felicidad.
El corazón de Carlos dio un vuelco.
Emmett no tardó en notar que su jefe estaba contemplando una de las fotos, así que no pudo evitar elogiarla. "La señorita Nelson es realmente hermosa. Esta foto fue subida a Internet y se volvió viral en el extranjero. Muchos cazatalentos la contactaron, pero ella los rechazó a todos. Incluso rechazó la oferta de un director que quería darle el papel principal para una película".
Carlos lo miró con frialdad y arrojó los documentos al aire. "Emmett, ¿acaso he sido demasiado amable contigo?".
Este sintió que su corazón empezaba a acelerarse, pero se esforzó por mantener la calma. Entonces, aprovechó la oportunidad y se agachó para recoger los documentos del suelo, ocultando la culpabilidad en su mirada. "Señor Hilton, los antecedentes de la señorita Nelson son realmente muy misteriosos", comentó. "No hay mucha información sobre ella. Eso fue todo lo que pude averiguar por el momento".
"¿Dices que es misteriosa? Pero ayer te llevó a un lado y habló contigo durante un largo rato. Aún no hemos hablado sobre ese tema. ¿Estás seguro de que ustedes no están familiarizados?".
Al verse atrapado en su mentira, Emmett sintió tanta impotencia que quiso llorar. "Solo nos vimos una vez... No estamos muy familiarizados...".
"¡Vete!", espetó Carlos.
"Sí, señor Hilton", respondió Emmett con una voz temblorosa y salió apresuradamente de la oficina.
Apenas la puerta se cerró, Carlos se volvió hacia las fotos que yacían en el suelo. Tenía que admitir que Debbie se veía realmente encantadora.
Frotándose l
as cejas adoloridas, él agarró un documento y lo puso sobre las fotos para no ver su rostro.
Esa era su manera de desahogar su furia, y ahora estaba de mejor humor.
Sin embargo, eran pocas las personas en Alorith que tenían el apellido Nelson. ¿Estaba ella relacionada con esa familia?
Como era otoño, las hojas de los árboles a ambos lados de la Avenida Maple estaban cambiando gradualmente del verde al rojo.
Karen jaló a Debbie y corrió hacia su facultad. "¡Malas noticias!", gritó.
Ella pensó que había pasado algo malo, así que también la siguió a toda prisa entre jadeos.
Cuando llegaron a la entrada, vieron a un grupo de personas alrededor del tablón de anuncios. Ambas lograron posicionarse al frente de la multitud.
"¡Mira, Debbie! El señor Hilton ha donado mil millones de dólares a nuestra facultad, y se utilizará para construir nuestro nuevo edificio escolar", exclamó Karen con emoción.
¿Mil millones de dólares?
Debbie no pudo evitar relamerse los labios mientras leía las enormes palabras en el tablón de anuncios.
"¡Vaya! vaya!".
Debbie había escuchado claramente la voz, y supo quién era. Sin embargo, ni siquiera se molestó en responder, mucho menos en darse la vuelta.
Al notar su indiferencia, Olivia Murphy resopló con frialdad. "No te mereces al señor Hilton en absoluto", agregó. "No creas que puedes seducirlo solo porque eres bonita".
Debbie se metió una mano en el bolsillo, jaló a Karen con la otra, y ambas se alejaron.
"¡Oye, Debbie! ¡Te estoy hablando!". Olivia corrió hacia Debbie y levantó una mano para abofetearla.
Sin embargo, ella la agarró de la muñeca inmediatamente.
Olivia estaba tan furiosa que perdió la cabeza. "Si no me sueltas, Debbie, ¡te daré una lección!".
"Oh, ¿solo tú? ¡Qué miedo tengo!", respondió ella burlonamente mientras la soltaba con brusquedad.
Olivia se tambaleó y estuvo a punto de caer al suelo, pero hizo todo lo posible para mantener el equilibrio. "¡Golpéame si te atreves!", gritó frotándose la muñeca. "Yo nunca...".
De inmediato, se escuchó el sonido de una bofetada.
Antes de que Olivia pudiera terminar de hablar, la palma de Debbie aterrizó en su rostro, dejándole una marca roja.
El golpe fue tan fuerte que la atacada sintió un zumbido en la cabeza, y se quedó atónita por un momento. "¡¿Cómo te atreves a... abofetearme?!".
"Tú lo pediste, ¿no?", respondió Debbie con indiferencia. "Para ser honesta, nunca había escuchado una solicitud tan ridícula en toda mi vida".
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