A Nueva York

38 1 0
                                    


Un claro sonido retumbó por la habitación. Fue Lucinda, que con su mano, abofeteó a Olivia en la mejilla, frente a Debbie que estaba quieta allí sin expresión alguna.

Desahogar su cólera no parecía saciar la ira de la mujer. Recogió un plumero y se lo lanzó a Olivia.

"¡Augh! ¡Mamá!". Cuando el plumero le golpeó la espalda, Olivia gritó de dolor.

A diferencia de cuando actuó débil, indefensa e inocente frente a todos sus compañeros de clase, en este momento, sus verdaderas facetas mostraban que era mala y obstinada.

Sebastian se frotó las sienes con resignación, al ver todo lo que pasaba justo frente a él. Nunca interferiría en cómo su esposa educaba a su hija.

Debbie se conmovió al ver a su tía quien siempre la había favorecido. A ella le dolía el corazón cuando veía a Lucinda decepcionada y con su corazón roto. 'No importa', pensó. 'Ya han castigado a Olivia'. Al ver a su tía levantar el plumero de nuevo, la joven intervino y le impidió ir más lejos. "Tía, ya has golpeado a Olivia. Creo que ya sabe qué es lo que hizo mal ahora".

"Debbie, mantente fuera de esto. ¡Desde que eras una niña has pedido tantas veces por ella! ¡Mírala, ella no ha aprendido nada!". Al ser directora de una guardería, Lucinda era agradable y podía controlar su temperamento. A pesar de eso, su hija mayor, Olivia, a menudo la volvía loca.

Sasha Murphy, su hija menor, siempre se había comportado mejor que Olivia, y se llevaba muy bien con Debbie.

En el salón de té.

Olivia fue enviada arriba para aplicarse un poco de hielo en su rostro. Sebastian fue al salón de té, sacó una lata de té negro y comenzó a limpiar las hojas.

Debbie, que se sentó al lado de Lucinda, sacó su teléfono y le envió un mensaje a Carlos. 'Si perdonas a Olivia Murphy esta vez y dejas que vuelva a la universidad, iré a Nueva York y hablaré con tu abuelo sobre nuestro divorcio'.

Al no recibir respuesta alguna, ella dio por hecho que él estaba ocupado.

Los tres apenas charlaron hasta que Sebastian recibió una llamada y tuvo que retirarse para ir a manejar su compañía.

Después de que su tío se fuera, Debbie miró su taza y recordó lo que Olivia había dicho momentos antes. "Tía, ¿quién es mi madre? ¿Por qué mi padre se negó a contarme nada sobre ella incluso en su lecho de muerte?", preguntó la chica a la ligera. Cuando su padre estaba con el último aliento, se aseguró de que su hija se casara con el hombre que había escogido, pero no la dejó buscar a su madre.

La expresión de Lucinda cambió bruscamente cuando tocó el tema. La taza que tenía en las manos la colocó con tal fuerza en la mesa que se derramó la mitad del líquido y empapó toda la mesa. "No preguntes por ella. Esa mujer no tiene corazón. Olvídate de ella", respondió su tía en un tono sombrío.

Solo unos días después del nacimiento de Debbie, aquella mujer había abandonado a la bebe y a su padre, Arturo Nelson.

La dramática reacción de su tía hizo que ella cerrara la boca rápidamente.

Cuando Debbie estuvo a punto de irse, la mujer mayor le preguntó en voz baja: "¿Aún no lo has conocido?".

Ella sabía que su tía se refería a Carlos.

El tema era que Lucinda sabía que se había casado con alguien. Pero ella nunca supo quién era.

Sin pensarlo demasiado, Debbie respondió con honestidad: "Sí, lo he conocido. Pero, quiero el divorcio. Soy joven y no quiero estar atrapada en un matrimonio hueco".

Sorprendida por su respuesta, Lucinda asintió. "Bien. Tú decides. En cualquier decisión que tomes estaré contigo siempre".

"Gracias tía".

Fuera de la casa de la familia Murphy, Debbie, sin esperarlo, vio una perrera al lado de la calle que hizo que su rostro se tornara oscuro. Esa perrera era la principal razón por la cual despreciaba a Olivia.

Había pasado medio día, pero Carlos aún no le había respondido el mensaje.

Sin embargo, más tarde aquel día, ella vio a Olivia en el campus lo cual significaba que ya estaba de regreso en la universidad. También significaba que era hora de que Debbie se fuera a Nueva York.

Debido al adecuado tratamiento, la cara de Olivia no estaba tan hinchada como antes. Con la ayuda del maquillaje, casi no se podía notar que su rostro había sufrido tanto daño.

Mirando a Debbie con expresión de regocijo, ella escupió: "Pensabas que ser la mascota de Curtis podría darte el lujo de hacer lo que quieras, ¿eh? ¿Adivina qué? Curtis escucha al Sr. Hilton".

Momentos antes, cuando sus padres conversaban en casa, Olivia había oído que Carlos permitiría que ella regresara a la escuela.

Sin embargo, no entendía por qué la persona que la había expulsado, la estaba ayudando a volver.

'¿Tal vez es porque ... soy bonita y se ha enamorado de mí? Y cuando supo que fui yo a quien expulsaron ¿trató de arreglarlo?'.

Con esto en mente, Olivia no pudo contener su risa.

Todo el mundo deseaba tener siquiera alguna pequeña conexión con Carlos y quienquiera que lo tuviera sería tratado de una forma especial, algo similar a cuando los humanos alababan a Dios.

Con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo, Debbie le lanzó una mirada de desprecio a Olivia y gruñó: "¡Aléjate, loca!". 'De todos modos, el señor Loftus no era parte de eso', se burló ella internamente.

"Debbie Nelson, te lo digo, fue el señor Hilton quien le pidió a la universidad que me admitiera de vuelta. Fue el señor Hilton, ¿me escuchas? Aquel a quien le confesaste tu amor y te rechazó. ¿Recuerdas?". Olivia balbuceaba como una tonta.

'¡Por supuesto que lo recuerdo, él es mi marido, idiota!', Debbie maldijo en su interior.

Debbie se dio cuenta de que su prima era cada vez mejor torciendo los hechos y creando sus propias historias. "Tú sabes mejor que nadie por qué le confesé mi amor a Carlos. Además, ¿de dónde sacaste la idea de que él me rechazó, eh?", replicó ella.

"¿Q... qué? ¿Quieres decir que no te rechazó?", consternada por los comentarios de Debbie, ella dijo. "¿Me estás diciendo que te has acostado con él?", preguntó la chica, empezando a reírse otra vez. "Bueno, ¿no es esto divertido? Debbie Nelson, por favor mirate en un espejo. ¡Te confundirían con un hombre! ¿Esperas que me crea que al señor Hilton le gustas? ¡Oh, por favor, me podrías haber convencido con el hecho de que los cerdos pueden volar!".

Al darse cuenta de que eso era una pérdida de tiempo, Debbie recordó que había reservado un vuelo a Nueva York y debía empacar las cosas que tenía en su dormitorio. También debía ir a la villa antes de dirigirse al aeropuerto. Obviamente no quería perder su vuelo.

No satisfecha con la reacción de Debbie, Olivia gritó: "¡Tu padre está muerto, Debbie! Perdiste tu apoyo, ¿por qué demonios estás tan orgullosa, eh? ¿Es por Jeremías y Curtis? ¿Crees que ellos te respaldan ahora? No tengo miedo. ¡Solo son dos hombres! ¡Sólo espera y verás! ¡Me casaré con alguien más rico y más poderoso que tu maldito esposo!".

Cuando Olivia mencionó al padre de Debbie, la chica solo pudo mirar hacia el cielo azul. Respirando hondo, finalmente respondió: "No hay necesidad de eso. Ya has perdido".

En efecto, era un hecho. Porque en la ciudad Alorith, incluso en todo el país, ¿quién podría compararse con Carlos en términos de riqueza y poder?

Con las mejores intenciones en su mente, su padre la había casado con el hombre más poderoso de la ciudad, pero tristemente nada había funcionado entre ellos.

"Oye, ¿qué quieres decir?", Olivia se acercó y la agarró. "¡No te atrevas a irte sin aclarar esto!".

Debbie sacó el puño como respuesta y la amenazó, "Un paso más y tu rostro se volverá papilla".

Sabiendo que Debbie era muy buena en artes marciales, Olivia optó por permanecer un paso atrás de su alcance. "Me pregunto qué tipo de pervertido realmente te gustaría. ¡No es de extrañar que hayas estado sola toda tu vida!

¡Serás una criada vieja por siempre!", con furia repuso.

"¿Realmente necesito de un hombre para vivir mi vida?", replicó Debbie.

En el momento en que se subió al avión, un nuevo rumor comenzó a circular por el campus, el cual aseguraba que Debbie era lesbiana. Una vez más, su nombre se convirtió en la palabra más popular en el foro de la Escuela de Economía y Administración.

En Nueva York

Antes de salir del área de espera en el aeropuerto, llamó a Emmett para preguntar sobre la dirección del abuelo de Carlos.

Para su sorpresa, recibió la dirección de un hospital. "¿Hospital? ¿Por qué estaba en el hospital? ¿Qué ha pasado?", preguntó ella algo confusa.

Nunca Nos Separaremos Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora