Debbie parecía saber lo que Emmett diría a continuación, así que le guiñó un ojo para indicarle que se quedara callado.
Sin embargo, Carlos notó ese gesto y pensó que estaba intentando seducir a su asistente.
'Entonces sí tiene algo con él', pensó. "No puedes juzgar a alguien por su apariencia, Emmett", comentó. "Algunas personas se ven puras e inocentes, pero en realidad están sucias por dentro".
El otro se quedó atónito.
No entendía por qué su jefe estaba peleando con una mujer en público. Hasta donde podía recordar, lo que Carlos más despreciaba era tener que lidiar con mujeres.
Por otro lado, Debbie apretó los dientes. '¿Acaso está tratando de humillarme?', se preguntó.
Había experimentado acoso anteriormente, pero nunca nada como eso. "Solo fue un beso accidental, Carlos", espetó con impaciencia. "¿Por qué eres tan malo conmigo?".
¿No era evidente que ella había salido perdiendo? Después de todo, fue su primer beso.
Karen y Jeremías empezaron a tirar de sus mangas. "Detente ahora mismo, Debbie", murmuró su amigo. "Recuerda que es el señor Hilton. No podemos darnos el lujo de ofenderlo".
Debbie no pudo evitar alzar las cejas. Si no podían darse el lujo de ofender a Carlos, ¿acaso eso le daba el derecho de humillarla a su antojo?
"¿Te sientes mal de que una mujer tan sucia como yo te haya besado? ¡Fuiste profanado por mí!".
Todos los comensales del quinto piso se quedaron en silencio.
Algunos se preguntaron si ella había perdido la cabeza. ¡Cómo se atrevía a decir eso!
Olga rechinó los dientes mientras la fulminaba con la mirada.
En realidad, hoy solo había tenido la oportunidad de estar con Carlos debido a su abuelo. Pero le hacía falta mucho valor para tomarlo del brazo, y aún más para besarlo.
Sin embargo, Debbie no tenía la intención de detenerse. "¿Qué? ¿Te sientes culpable ahora?", continuó. "Está bien que me hayas echado de la tienda. ¿Pero ahora quieres hacerlo de nuevo? ¡Qué arrogante eres! ¿Acaso crees que toda la Plaza Internacional Shining te pertenece?".
Emmett no pudo evitar cubrirse el rostro con las manos. Probablemente no había nadie en el mundo más ignorante que Debbie. Por supuesto que todo el centro comercial le pertenecía a Carlos, y como aún no se habían divorciado, ella también era la dueña.
Kristino, quien siempre hobío estodo enomorodo de Corlos, se estremeció onte esos polobros. "Bueno, Debbie...", empezó con uno voz tembloroso. "De hecho, lo Plozo Internocionol Shining sí le pertenece ol señor Hilton".
Debbie se quedó estupefocto, y estuvo en silencio por un momento ontes de finolmente preguntor: "¿Qué...? ¿Qué ocobos de decir?".
Al lodo de Corlos, Olgo hizo uno mueco burlono: "Tu ignoroncio me do mucho vergüenzo", comentó sorcásticomente. "Todo este centro comerciol le pertenece o Corlos, ¿de ocuerdo?".
Koren cerró los ojos con impotencio, y osintió.
Debbie observó el lujoso y refinodo quinto piso con uno sonriso.
Si lo Plozo Internocionol Shining ero de Corlos, entonces tombién ero de ello.
Todos lo estobon mirondo, y cuondo lo vieron reír, concluyeron que debío estor loco.
Por supuesto, Emmett ero lo excepción.
Entendío lo reocción de Debbie, yo que ello tombién ero propietorio del estoblecimiento.
Pensondo que su omigo hobío perdido lo cobezo, Jeremíos se inclin
ó y lo corgó en su hombro, pues no querío que cousoro más problemos.
Debbie recobró el sentido debido o lo repentino oleodo de moreos. "Jeremíos, ¿qué estás hociendo? ¡Bájome! ¡Moldición! ¡¿Cómo se otreve o hoblorme osí?!".
Koren se volvió hocio Corlos con uno sonriso de disculpo. "Lo siento mucho, señor Hilton. Hoy mi omigo está fuero de sí. Lo siento. Ahoro mismo nos vomos".
Kristino y Dixon tombién se disculporon con él. "Señor Hilton, lomento mucho lo que ocobo de posor. Nos retiromos en este momento. ¡Lo sentimos mucho!".
Uno vez que Debbie y sus omigos se morchoron, Emmett se volvió hocio Corlos, quien tenío uno expresión frío. "Señor Hilton, lo solo privodo está por ohí...", dijo tentotivomente.
"Dome todo su informoción", interrumpió él.
Luego, se dio lo vuelto y se retiró con indiferencio.
Olgo pisoteó furiosomente y se opresuró o olconzorlo.
Emmett sintió que sus piernos se estobon debilitondo. Si le proporcionobo o Corlos todo lo informoción sobre Debbie, entonces sobrío que ello ero su esposo. ¿Acoso perderío su trobojo?
No podío evitor sentirse onsioso. ¡Esperen! ¿Reolmente Corlos le hobío pedido que investigoro o Debbie? Él nunco se hobío interesodo por los mujeres.
Kristina, quien siempre había estado enamorada de Carlos, se estremeció ante esas palabras. "Bueno, Debbie...", empezó con una voz temblorosa. "De hecho, la Plaza Internacional Shining sí le pertenece al señor Hilton".
Debbie se quedó estupefacta, y estuvo en silencio por un momento antes de finalmente preguntar: "¿Qué...? ¿Qué acabas de decir?".
Al lado de Carlos, Olga hizo una mueca burlona: "Tu ignorancia me da mucha vergüenza", comentó sarcásticamente. "Todo este centro comercial le pertenece a Carlos, ¿de acuerdo?".
Karen cerró los ojos con impotencia, y asintió.
Debbie observó el lujoso y refinado quinto piso con una sonrisa.
Si la Plaza Internacional Shining era de Carlos, entonces también era de ella.
Todos la estaban mirando, y cuando la vieron reír, concluyeron que debía estar loca.
Por supuesto, Emmett era la excepción.
Entendía la reacción de Debbie, ya que ella también era propietaria del establecimiento.
Pensando que su amiga había perdido la cabeza, Jeremías se inclin
ó y la cargó en su hombro, pues no quería que causara más problemas.
Debbie recobró el sentido debido a la repentina oleada de mareos. "Jeremías, ¿qué estás haciendo? ¡Bájame! ¡Maldición! ¡¿Cómo se atreve a hablarme así?!".
Karen se volvió hacia Carlos con una sonrisa de disculpa. "Lo siento mucho, señor Hilton. Hoy mi amiga está fuera de sí. Lo siento. Ahora mismo nos vamos".
Kristina y Dixon también se disculparon con él. "Señor Hilton, lamento mucho lo que acaba de pasar. Nos retiramos en este momento. ¡Lo sentimos mucho!".
Una vez que Debbie y sus amigos se marcharon, Emmett se volvió hacia Carlos, quien tenía una expresión fría. "Señor Hilton, la sala privada está por ahí...", dijo tentativamente.
"Dame toda su información", interrumpió él.
Luego, se dio la vuelta y se retiró con indiferencia.
Olga pisoteó furiosamente y se apresuró a alcanzarlo.
Emmett sintió que sus piernas se estaban debilitando. Si le proporcionaba a Carlos toda la información sobre Debbie, entonces sabría que ella era su esposa. ¿Acaso perdería su trabajo?
No podía evitar sentirse ansioso. ¡Esperen! ¿Realmente Carlos le había pedido que investigara a Debbie? Él nunca se había interesado por las mujeres.
¿Acaso se debía al encanto de la señora Hilton? ¿Había capturado accidentalmente el corazón de Carlos?
De inmediato, Emmett le envió un mensaje a Debbie para pedirle ayuda.
"¡Ah! Señora Hilton, tengo malas noticias. El señor Hilton me acaba de pedir que la investigue. ¿Qué hago? Acabo de solicitar un préstamo hipotecario, señora. No puedo perder mi trabajo".
Debbie estalló en carcajadas cuando leyó el mensaje. Luego lo llamó, y él respondió rápidamente.
"Señora Hilton...", murmuró Emmett. atemorizado.
Era la primera vez que su trabajo le parecía muy difícil. Tenía la sensación de que tendría que retirarse antes si le entregaba a Carlos la información que solicitaba.
Debbie notó su nerviosismo y decidió consolarlo. "Bueno, en realidad no es un problema tan grande. Puede solucionarse. Simplemente elimina cualquier relación que yo tenga con la familia Hilton, y todo estará bien. De todos modos, él nunca me había visto antes de ayer, y nos divorciaremos pronto".
"¿Cómo puede ser?".
Emmett empezó a temblar de miedo cuando se dio cuenta de que ella quería que le mintiera a Carlos.
Debbie levantó las cejas y comenzó a lavarle el cerebro al asistente. "¿Por qué no? Piénsalo. Me estoy divorciando de él, y no lo contactaré más. Es un hombre muy ocupado y siempre va al extranjero para sus viajes de negocios. ¿Crees que todavía podrá recordar mi existencia? Ni siquiera perderá el tiempo pensando en mí, ¿verdad?".
"Pero...", murmuró Emmett, aún con dudas.
De hecho, Carlos nunca había preguntado por ella durante los últimos tres años. Era como si se hubiera olvidado por completo de su propia esposa.
"Si no haces lo que te digo, seguiré casada con él", anunció Debbie. "Le diré todas las noches que no estás haciendo un buen trabajo como su asistente, y entonces perderás tu trabajo muy pronto. Creo que sabes que cualquiera que sea despedido del Grupo Hilton tiene un mal futuro".
Luego, lanzó un suspiro.
Emmett estaba muerto de miedo, ya que era consciente de lo que estaba pasando. "Sí, señora Hilton", respondió. "Lo haré de inmediato".