Nos bajamos de un auto, Bleu Tomaba mi mano manteniéndome con seguridad, mi cabello se mantenía enredado, mamá jamás dejó cortarlo, a ninguno en mi familia, pero tampoco me ayudaba a cuidarlo.
Si madre Colette, al parecer son los únicos sobrevivientes al incendio, no tiene familiares —la figura de aquel hombre era borrosa en mi mente.—
Bienvenidos —habló una mujer vestida de negro con un delantal y un velo blanco en su cabeza, siendo igual al de una monja dirigiéndose a nosotros.— mi nombre es Colette, yo cuidare de vosotros.
Así fue como conocí a la mujer más dulce que piso la tierra. Dulce a su peculiar manera.
Azora ya me voy! — aviso la oji azul antes de salir de casa—
Suerte hoy! —continúe con mi rutina de ejercicio—
Eran las 9 y 30 de la mañana, el sol comenzaba a marcar presencia en la ciudad, hoy no tengo planes o eso creo, mi turno comienza a las 4 de la tarde.
Hoy me toca cocinar.
Me levante terminando la rutina en busca de algo para desayunar.
Colette siempre nos enseño a mantener una salud física impecable, y adoraba seguir al pie de la letra cada una de sus enseñanzas. Después de todo es mi promesa.
Mi abdomen se mantenía desnudo por la calor que el ejercitarse me producía, entre a la ducha procurando no encontrarme con una araña, algo habitual en un departamento tan viejo.
El agua fría recorría mi cuerpo, disfrutaba de las duchas frías por las mañanas, era divertido enjabonar mi cuerpo queriendo quitar las manchas que obviamente no saldrían, y aunque tenía una sola razón para no despreciarlas no podía evitar no hacerlo.
Colette dejo marcada una frase en mi "el arte comenzó a expresarse en tu cuerpo"
Ella le asombraba mi habilidad con las pinturas, y esa fue la forma más fácil de hacerle creer a un niño que es especial.
Até mi cabello en una pequeña coleta, desayunando mientras leía, "siempre hay que leer cualquier cosa para mantener activa la mente"
El timbre interrumpió mi maravillosa mañana.
—Luna te ruego que no sea el señor de la renta —supliqué caminando hasta la puerta— Buenos di- —me sorprendí al ver los ojos almendrados fuera de mi puerta— ¿puedo preguntar como sabes mi dirección? —pregunté con cara de poker—
—Buenos días Zeta —sonrió el chico Conrad con su hermana a su lado— mi padre es amigo del alcalde y tu hermana una de las mejores fotógrafas de New York, no fue difícil. —rasco su nuca con una sonrisa para luego recibir un pequeño codazo de parte de la copia idéntica a su lado, su hermana.—
—A que se debe tu molesta visita? —pregunté cruzándome de brazos mientras este no quitaba la mirada de mi cuerpo sin camisa, tanto que incomodaba—
Se que mis machas dan asco, lo se, yo solo me desprecio; Pero podrías disimular un poco por "educación"..
Este suspiro algo irritado y sonreí satisfecho, es un trueque tesoro.
—Ayer te respondí de una forma mal educada y te debo una disculpa Z —me tendió una bolsa que traía consigo, una bolsa de papel— además quería devolverte el suéter que manche.
—Disculpa aceptada, adiós. —intente cerrar la puerta pero la chica castaña la afirmó—
—Recíbelo —demandó y reí—
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Metanoia.
RomanceUna historia complicada de la vida entre Azora Homelund, un chico peculiar en un proceso de transformación respecto a su visión contra el romance, aquel chico dulce, cálido y tierno, Conrad Miller cambiará por completo la vida de él.