32 (Parte 1)

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Domingo

11:12am

La mañana del domingo transcurría con normalidad. Mi padre había ido a la empresa a terminar unos pendientes, me dijo que no se tardaría y solo iría por unas horas.

A pesar de desvelarme, me levanté temprano para desayunar, bañarme y arreglarme para salir.

Quería aprovechar mis últimos días en Tokio para ir de paseo y tomar algunas fotos.

Estaba terminando de acomodar mi cama cuando el timbre de la casa se escuchó. Tocaron varias veces y me apresuré en llegar a la puerta, tal vez a mi padre se le había olvidado algo y regresó con prisas.

—Ya voy, ya voy —grité para que dejaran de tocar el timbre. Llegué a la entrada y abrí la puerta. —Dije que ya voy... —mi cuerpo se paralizó al ver quién era la persona que estaba tocando.

—Necesitamos hablar, ahora —la última vez que lo escuché usar ese tono de voz fue cuando le llamé para avisarle que había ganado un ramo de flores.

Se escuchaba molesto, bastante.

—¿Cómo me encontraste? —pregunté. —Tú ni siquiera sabías que tengo conocidos en Tokio.

—Eso no importa —replicó serio.

Nadie sabía que me encontraba en Tokio, por lo mismo de que no quería que dieran conmigo. No tuve que pensar tanto para darme cuenta quién le dijo.

—Voy a matarla —susurré y apreté los dientes.

—Te dije que no importa, ahora tú y yo vamos a hablar.

—No tenemos nada de qué hablar —contesté con nerviosismo.

—Todo lo contrario.

Lo que menos quería era que mi padre me encontrara aquí, probablemente discutiendo.

—¿Puedes darme un minuto? Voy por mi bolso —iba a cerrar la puerta pero metió su pie para que no lo hiciera.

—¿Por qué será que no te creo? —me miró y rodé los ojos.

—¿A dónde carajos voy a huir Choso? ¿Al baño? ¿A la cocina? —pregunté burlona. —Ya me encontraste, solo espérame aquí, porque no pienso hablar contigo en la casa de mi padre.

Dejé la puerta abierta y fui a mi cuarto por mis cosas, se supone que me iría en media hora pero al parecer mis planes cambiaron.

Fui a la cocina y le dejé una nota a mi padre avisando que saldría y no sabía a qué hora llegaba, regresé a la entrada de la casa y Choso estaba afuera: sentado en los escalones, al escucharme se levantó.

Cerré la casa y caminé hacia él.

—¿Y bien? —lo miré.

—Ven —iba a tomar mi muñeca pero me hice para atrás. Suspiró.

—Solo dime por dónde y no me toques —hablé cortante.

Con la mirada me indicó que lo siguiera, caminamos casi una calle hasta que reconocí su auto.

—¿Has venido manejando hasta aquí? —pregunté sorprendida.

—Ajá —respondió sin mirarme.

Un viaje en auto de Osaka a Tokio solía ser largo, de más de 6 horas de trayecto.

—¿Por qué no tomaste el tren? ¿O un vuelo? —volteó a verme y en ese momento pude prestar atención a su rostro.

Se veía muy cansado, como si no hubiera dormido, las bolsas debajo de sus ojos estaban más notorias que nunca.

Scary Love  |  ChosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora