Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto
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Capítulo 3
Ino observó con el ceño fruncido cómo Sakura regañaba a Naruto por algo por lo que estaba claramente disgustada, la rubia bigotuda sólo se frotaba torpemente la nuca mientras mantenía una sonrisa en el rostro. Aquello era algo muy rutinario de lo que ella sería testigo constantemente. No tenía ni idea de por qué regañaban a Naruto tan constantemente, pero seguramente Sakura estaba siendo excesiva a estas alturas.
Dios mío, realmente le trata como a una basura. Sinceramente, ¡debería relajarse con él! El hecho de que estén casados no significa que él sea su felpudo. Si sigue así, en cualquier momento correrá a los brazos de otra mujer.
Ino apretó los puños al ver cómo Naruto alargaba la mano para abrazar a su esposa, sólo para que Sakura se apartara de él de un salto y le apartara las manos de un manotazo. Ino casi se quedó boquiabierta antes de sacudir la cabeza.
No te metas, Ino, no te metas.
Naruto había vuelto a intentarlo, pero Sakura había dicho otra cosa mientras sacudía la cabeza en señal de desaprobación y se alejaba. Ino estaba casi descorazonada ante la escena, así que no acababa de entender por qué Naruto seguía con una sonrisa en la cara.
"Naruto, ya te lo he dicho, no puedes irrumpir en mi despacho así como así, la última vez casi nos pillan y ambos sabemos lo rápido que se extenderían las habladurías". dijo Sakura, haciendo todo lo posible por evitar que el rubor se apoderara de su rostro.
"Tienes razón, lo siento", dijo Naruto con una sonrisa mientras la cogía por la cintura.
Sakura retrocedió rápidamente un par de pasos.
"Hoy tengo una agenda muy apretada, Naruto. No deberíamos..."
"¿Qué, no puedo abrazarte sin más?"
"Oh, ya no confío en ti después del hospital, amigo. Un abrazo no es 'sólo' un abrazo tuyo. En un momento estamos al aire libre y al siguiente nos hemos teletransportado a una zona aislada por razones que no mencionaré".
Naruto se rió al ver cómo el rubor empezaba a extenderse por aquel rostro adorable que tanto amaba.
"Entonces, ¿dices que nunca nos abrazaremos?".
"... Podemos abrazarnos cuando estemos en casa".
No se cansaba de oírselo decir a ella. Habían pasado dos años desde que se casaron y se fueron a vivir juntos, y seguía siendo como si fuera la primera vez que la oía decir esa palabra.
Casa
No "mi casa" ni "tu casa", simplemente casa.
Hacía que el corazón le latiera con fuerza en el pecho, incluso después de que hubiera pasado algún tiempo.
"Estoy deseando abrazarte cuando lleguemos a casa"