Capítulo 8. Buena suerte

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Llegamos a la nave donde tenían que hacer las fotos, y después de saludar al director y un par de encargados, fuimos hacia los demás futbolistas. 

-Hola -sonreí al grupito. 

-¿Por qué siempre estás tan contenta? -frunció el ceño Ferrán con expresión de cansancio. 

-¿Y tú por qué estás siempre tan amargado? -João pasó el brazo por encima de mis hombros mirando a su amigo. 

-Puedo contestar por él -Pedri levantó la mano divertido. 

-Que os jodan -balbuceó el valenciano y se dio la vuelta para ir hacia donde estaban Balde y Lamine. 

Solté una risita y pasé el brazo por la cintura de João, quien negaba con la cabeza mirando a su amigo. 

-¿Tenemos que cambiarnos ya o algo? -preguntó Gavi guardando su móvil. 

-Aún no, primero van Marc, Raphina y Koundé -Fermín los señaló con la cabeza. 

Gavi asintió y después de repasar un poco el sitio con la mirada, frenó sobre mí y João. 

-¿Qué tal el trabajo? -justo me preguntó el portugués, haciendo que girara mi cara hacia la suya. 

-Bien, aunque estoy agotada -murmuré amable. 

-Y más que lo vas a estar, porque hasta que acabemos esto... -suspiró Pedri. 

Me encogí de hombros pero sonreí, la verdad es que no me importaba demasiado. 

-Cuando acabemos podemos hacer algo tranquilo -ideó João. 

-Sí, como irme a mi casa -solucioné rápido. 

-¿Irnos a tu casa? -me miró alzando un poco las cejas. 

-Irme, irme -corregí. 

-Yo creo que ha dicho irnos, ¿Verdad? -miró éste a Pedri. 

-Yo diría que he escuchado eso -frunció el ceño haciéndose el interesante y apoyando a su amigo. 

Rodé los ojos y dejé caer una sonrisa leve. 

-Además, así te llevamos -siguió João. 

-De eso ya me encargo yo -intervino Gavi observando el debate de sus amigos. 

-Pues eso, que te llevaremos nosotros -supuso Pedri divertido.

Chasqueé la lengua como diciendo que pararan y pude ver cómo el sevillano tensaba un poco la mandíbula pero sin darle más importancia. 

-¿Te has tomado ya las medidas? -recordé entonces hacia João. 

-Mierda -me miró rápido al darse cuenta. 

Me golpeé la frente con la mano y él se quedó quieto. 

-¿Me ayudas? -pidió entonces como un niño pequeño. 

-Venga -le metí prisa empujándolo un poco hacia un lado. 

Ambos nos dirigimos hacia el lateral donde estaban todas las prendas y cosas del plató, y se notaba que ni siquiera se habían dado cuenta de que no tenían las medidas de uno de los jugadores, porque todo eso estaba más que desordenado. 

-Vas a tener suerte y todo -murmuré con un poco de ansiedad por todo el desastre que tenían ahí montado. 

-Gracias -susurró suplicante. 

Se colocó después a mi lado y yo cogí una de las cintas de metro que había sobre la mesa.


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