Capítulo 12. Estate quieta.

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Sinceramente me apetecía un montón ir a casa de João a pasar la tarde con los chicos. Cuando estaba en el trabajo no pensaba en nada que no fuera eso, y cuando estaba con ellos tampoco, porque me divertía un montón.

Cuando sí pensaba mucho las cosas era cuando estaba en casa sola. Lo único que hacía era dar vueltas a todo, sin parar, y si no tenía algo de lo que preocuparme, lo buscaba, porque sino no estaba tranquila. Quería que nada pudiera pillarme por sorpresa, tener todo controlado y a mí manera. Pero siento deciros, queridos amigos, que las cosas no funcionan así. Que por mucho que nos esforcemos, no podemos tener todo bajo control, ni todo va a salir como tenemos planeado. Y cuando menos nos lo esperamos, zas.

Esa tarde, como había prometido, cogí un taxi y me dirigí a casa del portugués, donde ya estaban todos cuando llegué. Aunque mejor que casa, debería decir mansión, porque mi apartamento entero ahí era solo el cuarto de baño.

-Mierda, te debo veinte euros -miró Pedri a João cuando me abrieron la puerta.

-¿Qué? -fruncí el ceño hacia ellos.

-Nada, pasa -sonrió el castaño.

Sonreí también e hice caso, a lo que cerró y yo los seguí hasta el salón, donde estaban Ferrán, Fermín y Gavi.

-Hombreee, pues sí que era verdad que el cabezón este te había convencido -sonrió el primero señalando hacia su amigo

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-Hombreee, pues sí que era verdad que el cabezón este te había convencido -sonrió el primero señalando hacia su amigo.

-Más o menos -murmuré dejando quitándome el bolso.

-Dame -tendió la mano João para cogerlo y dejarlo en una mesita.

-¿Qué tal el trabajo? -se interesó Fermín.

-Bien -me senté en un lado del sofá-. Aunque un poco raro -reconocí confusa.

-¿Por? -Pedri se tiró a mi lado derecho.

-Ah, ¿Por el tío ese que te marea? -reaccionó rápido Ferrán.

-¿Qué? -fruncí el ceño.

Entonces Gavi chasqueó la lengua hacia su amigo y él lo observó.

-¿Qué pasa? ¿No tenía que decirlo? -balbuceó.

El sevillano negó con la cabeza como rindiéndose y João rió sentándose en mi otro lado.

-No me marea nadie -rodé los ojos-. Digo que es raro porque no voy tan de seguido, y no sé...

-A ver, es normal, has cambiado de rutina y quizá aún tengas que acostumbrarte un poco -trató de reconfortarme Fermín.

Yo asentí y sonreí levemente.

-Bueno, ¿Qué? ¿Un fifa? -dio una palmada Pedri.

-Primero -se pidió rápido Ferrán.

-Pues contra mí y el que gane contra Fermín, Gavi o João -aceptó el canario.

-Nah, yo no juego -João sacó el móvil desinteresadamente.

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