Capítulo 17. ¿Son tuyos?

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*NARRA GAVI*

Si dijera que nunca había imaginado cómo sería follar con Sabrina mentiría. Pero ahora puedo decir que, desde luego, superó todas mis expectativas.

Sin embargo, eso no fue lo que más me marcó de aquella noche. Sino que fue cuando se quedó dormida sobre mi pecho, todavía desnudos, mientras lo único que nos alumbraba era la luz de la ciudad que entraba por la ventana. Dejaba ver su cuerpo perfectamente contorneado sobre el mío, sus curvas, su piel delicada y suave, mientras su olor impregnaba el mío.

Me quedé observándola durante unos segundos. Había algo de ella que me resultaba extraño. No sabía el qué, no sabía el por qué, pero había algo. No sabía se me gustaba o si me asustaba esa parte, pero en aquél momento me daba exactamente igual.

Acaricié su pelo despacio, a lo que se movió un poco entre mis brazos como una niña pequeña, haciendo que casi sin querer una sonrisa dulce apareciera en mi cara.

Dejé un beso sobre su frente, y al poco me dormí también, sin separarme de ella.

Y casi en la misma posición despertamos al día siguiente. Eran las siete y media de la mañana, y como siempre, yo no podía dormir más.

Salí de la cama intentando no hacer demasiado ruido para no despertar a Sabri, cogí mis cosas y salí al comedor para poder vestirme con algo de luz.

Tenía entrenamiento a las 10 y todavía tenía que ir a mí casa para ducharme y prepararme, así que después de enviarle un mensaje, salí de su apartamento cerrando la puerta con mucho cuidado.

Sin embargo, cuando llegué a casa, volví un poco a la realidad cuando recibí una llamada de Marina.

-Hola, dime -contesté sin ganas de hablar.

-Hey, ¿Qué tal? ¿Cómo está tu amigo?

-¿Qué? -fruncí el ceño.

-João -aclaró-. ¿No dijiste que estaba muy mal?

-Ah, sí, sí -subí hacia mi habitación-. Sí, bien. Está bien.

Se quedó en silencio durante unos segundos y yo tomé aire pensando en cómo acabar esa conversación.

-Oye, ya hablaremos en otro momento, tengo que ir a entrenar -expliqué como con prisa.

-Ah, vale, tranquilo. ¿Quedamos esta noche? -preguntó entonces.

-Eh, sí, bueno, ya hablaremos -contesté rápido.

-Pablo, en serio -murmuró-. Ya me has dado plantón dos veces.

-¿Qué? ¿Cuándo?

-¿Cuándo? El otro día cuando nos interrumpió tu asesora y ayer cuando te tuviste que ir por tu amigo -recordó ella.

Rodé los ojos y negué con la cabeza.

-Si no quier...

-No, no. Está bien, tienes razón -la interrumpí-. Hablamos luego.

-Vale... Chau -se despidió y yo colgué.

Estaba metido en un buen lío y lo sabía, lo que no sabía era qué hacer.


*NARRA SABRINA*

*NARRA SABRINA*

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