*NARRA GAVI*
Salí corriendo del restaurante y me subí al coche después de agradecer a los chicos que consiguieran retener a Sabrina.
Empecé a conducir hacia su casa, y mientras mis pulsaciones iban a mil por no saber si lograría pillarla antes de que llegara, tuve una sensación rara.
Bajé el volumen de la música y me remplanteé por un momento qué era lo que estaba haciendo.
¿Por qué me importaba tanto que hubiera tenido una cita? Por un lado, era por la rabia que me daba ese tío, porque no quería que la usara y se aprovechara de ella o lo que fuera. Pero por otro, ¿Por qué me ponía así? Jamás en la vida le había dado tanta importancia a una chica, ni me interesaba lo que hicieran o con quién quedaran, pero cuando se trataba de ella no podía ni imaginarla con alguien. Ahí fue cuando me di cuenta de que no era por Miguel por quién me molestaba, sino que lo hacía en general. No podía imaginarla con él, pero tampoco con otro que no fuera yo.
-¿Qué estoy diciendo? -paré en un lado de la carretera-. Piensa, Gavi. ¿Qué estás haciendo? -hablé en voz alta para mí mismo.
Me quedé quieto, sin reaccionar. ¿Para qué iba a ir a su casa? ¿Qué pensaba decirle al llegar? Es que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Ni tampoco tenía sentido.
Ella tenía su vida y sus cosas. Solo era mi asesora, y como mucho mi amiga, pero nada más. No tenía ningún derecho sobre ella ni sobre lo que hiciera. No tenía sentido que me pusiera así.
-Joder... -resoplé harto.
Entonces dudé de si quizá debía dejarla tranquila, de si debía darme la vuelta e ir a mi casa.
Pero algo en mi interior me lo impedía. No podía. Por mucho que me fuera a casa no podría dejar de pensar en ella. Sabía que los nervios y todos los pensamientos que tenía se apoderarían de mí, y sabía que necesitaba verla. Necesitaba estar con ella, aclarar las cosas y aclararme yo.
Empecé a conducir de nuevo, con un poco más de prisa por el tiempo que había perdido deteniéndome y pronto llegué a su portal. Sin embargo, ella ya debía haber subido.
-Mierda -bajé del coche y saqué el móvil para llamar a João.
-¿Sí? -menos mal que contestó rápido.
-¿En qué piso vive Sabrina? -pregunté directo.
-¿En serio? -resopló al otro lado-. ¿No crees que ya ha tenido bastante?
-João, por favor -pedí realmente suplicando-. Necesito hablar con ella.
Él suspiró y después me dijo el piso. Por suerte, justo salió una persona del portal.
-¿Pasas? -preguntó sujetando la puerta.
-Sí, gracias -murmuré rápido y entré.
Subí en ascensor hasta el sexto piso y me dirigí hacia la puerta de casa de Sabrina con el corazón a mil por hora. Llamé nada más llegar, y los segundos que tardó en abrir se me hicieron eternos.
-¿Qué haces? -frunció el ceño nada más verme.
-Tenemos que hablar -fue lo único que se me ocurrió decir.
-Pablo... -suspiró negando con la cabeza.
-Por favor, lo necesito -la miré sincero.
Se quedó unos segundos observándome pensativa, así que de mientras me permití el gusto de repasarla con la mirada. Estaba más guapa que nunca, y me reventaba por dentro saber que se había puesto así para quedar con ese imbécil.
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latidos compartidos
FanfictionTodos en algún momento de nuestra vida encontramos a alguien con el que conectamos casi al instante, y sentimos como si lo conociéramos desde siempre. A partir de entonces haces todo con esa persona: ríes, lloras, creces, discutes, cuidas, maduras...