Capítulo 11. Pablo.

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Al día siguiente, tal y como Gavi había dicho, a las nueve y media me estaba enviando un mensaje para que bajara.

Hice caso, y después de calzarme salí por la puerta con un poco de angustia. Sabía que iban a volver a grabarnos de camino a las oficinas, y sabía que todo el mundo esperaba ver esas imágenes para comentarlas y decir cualquier cosa hiriente sobre mí.

No voy a decir que no me daba miedo, porque mentiría, pero cuando subí al coche, fue como si todo desapareciera, o al menos una parte.

-Buenos días -saludó el sevillano.

Yo sonreí levemente a modo de respuesta.

-¿Has dormido bien? -se interesó.

-¿Tú qué crees? -lo miré después de abrocharme el cinturón.

Tomó aire y se quedó observándome.

-Lo siento -se medio encogió de hombros.

Asentí y me quedé pensativa.

-¿Sabes? Me gustaría decir que no es tu culpa, porque por un lado no lo es, pero por otro sí porque si hablaras con la maldita prensa todo esto se acabaría y me dejarían tranquila, pero como no quieres hacerlo pues tengo que joderme y esperar, y confiar en ti mientras dejas que "todo se arregle solo" cuando sé que no va a ser así pero cuando te des con un canto en los dientes pues ya me harás caso por fin y lo arreglaremos, pero ya no voy a decirte nada más porque ya acepté ayer que lo hicieras a tu manera así que da igual -solté casi con carrerilla.

-Wow -asintió lentamente-. ¿Quieres añadir algo más o...?

-No -contesté rápido.

Él me analizó.

-Bueno... -negué con la cabeza rindiéndome-. Que confío en ti. Supongo.

Pude ver cómo trataba de ocultar una media sonrisa que amenazaba con salir en su cara, así que me encogí de hombros.

-Gracias -murmuró con tranquilidad.

Asentí sin darle mucha importancia y suspiré.

-¿Sabes? Creo que necesitas una cosa antes de que nos vayamos -desabrochó su cinturón y bajó del coche.

-¿Qué? -fruncí el ceño-. ¿El qué? ¿A dónde vas?

Lo seguí con la mirada mientras pasaba por delante del coche hasta que llegó a mi puerta. La abrió y se acercó a mí para quitarme el cinturón y tenderme la mano para que bajara.

-No entiendo -murmuré haciéndole caso.

Entonces fue a abrazarme pero yo me aparté como si acabara de darme el mayor susto de mi vida.

-Ni de coña -entré de nuevo al coche y me senté.

-Sabrina -rió acercándose.

-Que no, Gavi -lo empujé un poco.

-¿Pero por qué? -me miró divertido.

-¿Cómo que por qué? Venga, vete -intenté estirar la puerta hacia mí pero me lo impidió.

-No nos vamos a ir hasta que no me des un abrazo -aseguró alzando las cejas.

-Pablo, en serio -miré un poco hacia los lados para ver si había alguien cerca.

-La que vas a llegar tarde vas a ser tú, así que... -se encogió de hombros.

-Cuando estemos en un lugar donde no nos pueda ver todo el mundo te daré todos los abrazos que quieras, pero ahora sube al coche -ordené.

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