Capítulo 14. Perdón, no sabía...

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Menos mal que al día siguiente entrenaban por la tarde, porque ya era la una de la mañana cuando miré el reloj.

-Sé que no debo volver con ella, lo sé -murmuró João cabizbajo-. ¿Pero qué hago...?

Suspiré y él levantó la mirada cansada hacia mí.

-No sé, João. Yo tengo la respuesta clara, pero sé que para ti es difícil -hablé con cuidado-. Sé que sigues enamorado de ella, ¿Pero de verdad merece la pena? Hay un montón de chicas ahí fuera que estarían encantadas de estar contigo y tratarte como mereces. Por no hablar de ir a los partidos.

Sabía que el fútbol era un tema muy importante para él, porque lo había pasado muy mal con eso. Y que no tuviera a nadie que lo apoyara en los momentos duros o al menos en los partidos... Me rompía. Me lo imaginaba como cuando eras pequeña que tenías audiciones de Navidad en el colegio, y todos los padres de los demás niños estaban ahí pero los tuyos no, y puedo jurar que clavarte mil puñales dolería menos.

-Sé que igual no te sirve, pero prometo ir a todos tus partidos -aseguré con un nudo en la garganta-. A todo lo que quieras y necesites. Estaré ahí para ti siempre, João, lo prometo.

Yo tampoco pude aguantar más las lágrimas y me sorprendió haberlo hecho durante tanto rato.

-Joder, Sab... No llores tú también -susurró abrazándome.

-Es solo que me da rabia... -justifiqué con un nudo en la garganta.

João tomó aire y yo lo apreté con fuerza, como si con un abrazo pudiera curar todo.

Estuvimos así un rato, abrazados, en silencio e intentando recuperarnos. Mientras tanto, yo intentaba buscar una solución en mi cabeza, algo claro que decirle para que se diera cuenta de que no merecía la pena.

-Mira -me separé-. Bueno, iba a decir que hiciéramos una balanza de las cosas buenas y malas que tendría volver con ella, pero creo que buena no se me ocurre ninguna.

João sonrió y yo me quedé confundida.

-No, en serio -pensé entonces-. ¿Qué tenía bueno? Porque debían ser pocas cosas. O sea, cuál es el motivo que te haría volver con ella ahora mismo, aparte de que te gusta.

Se quedó pensando y secó un rastro de lágrimas de su mejilla derecha.

-Pues... -murmuró como absorto.

Yo esperé atenta mientras lo analizaba.

-Algo bueno de ella -repetí para aclarar.

-Mhm -asintió mirando a la nada.

Sin embargo, por mucho que pensara, no le salía nada. Su cara de concentración del principio cambió por una de sorpresa.

-Pues, no sé -me miró sin saber qué decir-. Supongo que es guapa.

Yo lo miré con incredulidad y él medio sonrió.

-No sé, no sé, de verdad -se defendió-. Es que ahora mismo no se me ocurre.

Asentí y él se quedó atónito.

-Si hiciéramos una tabla de pros y contras, ¿Crees que había algún pro? -pregunté obviamente sabiendo la respuesta.

Se quedó como absorto y después negó con la cabeza lentamente.

-Qué fuerte -se dio cuenta-. Es que no tiene nada bueno.

-¿Te hace ser mejor persona? ¿Te ayuda? ¿Te hace feliz? ¿TE QUIERE? -enumeré.

-Ni siquiera me hace feliz, cuando estoy con ella solo estoy enfadado o mal -habló obvio.

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