Menos mal que al día siguiente entrenaban por la tarde, porque ya era la una de la mañana cuando miré el reloj.
-Sé que no debo volver con ella, lo sé -murmuró João cabizbajo-. ¿Pero qué hago...?
Suspiré y él levantó la mirada cansada hacia mí.
-No sé, João. Yo tengo la respuesta clara, pero sé que para ti es difícil -hablé con cuidado-. Sé que sigues enamorado de ella, ¿Pero de verdad merece la pena? Hay un montón de chicas ahí fuera que estarían encantadas de estar contigo y tratarte como mereces. Por no hablar de ir a los partidos.
Sabía que el fútbol era un tema muy importante para él, porque lo había pasado muy mal con eso. Y que no tuviera a nadie que lo apoyara en los momentos duros o al menos en los partidos... Me rompía. Me lo imaginaba como cuando eras pequeña que tenías audiciones de Navidad en el colegio, y todos los padres de los demás niños estaban ahí pero los tuyos no, y puedo jurar que clavarte mil puñales dolería menos.
-Sé que igual no te sirve, pero prometo ir a todos tus partidos -aseguré con un nudo en la garganta-. A todo lo que quieras y necesites. Estaré ahí para ti siempre, João, lo prometo.
Yo tampoco pude aguantar más las lágrimas y me sorprendió haberlo hecho durante tanto rato.
-Joder, Sab... No llores tú también -susurró abrazándome.
-Es solo que me da rabia... -justifiqué con un nudo en la garganta.
João tomó aire y yo lo apreté con fuerza, como si con un abrazo pudiera curar todo.
Estuvimos así un rato, abrazados, en silencio e intentando recuperarnos. Mientras tanto, yo intentaba buscar una solución en mi cabeza, algo claro que decirle para que se diera cuenta de que no merecía la pena.
-Mira -me separé-. Bueno, iba a decir que hiciéramos una balanza de las cosas buenas y malas que tendría volver con ella, pero creo que buena no se me ocurre ninguna.
João sonrió y yo me quedé confundida.
-No, en serio -pensé entonces-. ¿Qué tenía bueno? Porque debían ser pocas cosas. O sea, cuál es el motivo que te haría volver con ella ahora mismo, aparte de que te gusta.
Se quedó pensando y secó un rastro de lágrimas de su mejilla derecha.
-Pues... -murmuró como absorto.
Yo esperé atenta mientras lo analizaba.
-Algo bueno de ella -repetí para aclarar.
-Mhm -asintió mirando a la nada.
Sin embargo, por mucho que pensara, no le salía nada. Su cara de concentración del principio cambió por una de sorpresa.
-Pues, no sé -me miró sin saber qué decir-. Supongo que es guapa.
Yo lo miré con incredulidad y él medio sonrió.
-No sé, no sé, de verdad -se defendió-. Es que ahora mismo no se me ocurre.
Asentí y él se quedó atónito.
-Si hiciéramos una tabla de pros y contras, ¿Crees que había algún pro? -pregunté obviamente sabiendo la respuesta.
Se quedó como absorto y después negó con la cabeza lentamente.
-Qué fuerte -se dio cuenta-. Es que no tiene nada bueno.
-¿Te hace ser mejor persona? ¿Te ayuda? ¿Te hace feliz? ¿TE QUIERE? -enumeré.
-Ni siquiera me hace feliz, cuando estoy con ella solo estoy enfadado o mal -habló obvio.
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latidos compartidos
FanfictionTodos en algún momento de nuestra vida encontramos a alguien con el que conectamos casi al instante, y sentimos como si lo conociéramos desde siempre. A partir de entonces haces todo con esa persona: ríes, lloras, creces, discutes, cuidas, maduras...