Capítulo 29. ¿Puedes curarme tú?

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Cuando ya nos aseguramos de que João estaba más o menos bien, los chicos cambiaron de tema para distraerlo un poco. 

Ferrán y Pedri se sentaron en el otro lado de la camilla, y detrás de mí se sentó Gavi, quien de vez en cuando iba acariciando mi muslo para tranquilizarme. 

Yo miraba a João, con lágrimas en los ojos pensando en lo que podría haber sido. Mi cuerpo temblaba entero y la ansiedad cada vez pesaba más sobre mis hombros. Me dolía el estómago y sentía que podía vomitar en cualquier momento. Pero aún así intenté mantenerme firme. 

-Creo que deberíamos irnos ya -Pedri miró la hora. 

-Hostia, ya ves, el partido -reaccionó Ferrán. 

-Sí... -suspiró Gavi. 

Tomé aire y ni siquiera dije nada. 

-De todas formas, aún tenemos que comer y todo, así que si te dicen algo antes de que vayamos para el campo nos avisas -pidió el sevillano. 

-Yo me quedo con él, no pasa nada -intervine. 

-Pero el partido es a las seis -me miró Gavi. 

-Me da igual el partido -murmuré y después esperé no haber sonado demasiado borde. 

-Ve, anda -habló João. 

Fruncí el ceño hacia él y negué con la cabeza. 

-Ya tendré tiempo de ver todos los demás, no pasa nada -expliqué. 

Pedri y Ferrán se despidieron de su compañero y fueron saliendo de la habitación. 

-Como quieras pues... -aceptó Gavi un poco serio. 

Se despidió también de João, y salió siguiendo a sus compañeros. 

-¿No crees que has sido un poco bruta? -preguntó el portugués mirándome. 

-¿Te crees que me importa más un partido que el hecho de que estés en el hospital? -se la devolví. 

-Pero Gavi no tiene la culpa de eso -se encogió de hombros-. Y ya sabes lo importantes que son para él los partidos. 

Tensé la mandíbula y lo escuché. 

-Yo creo que lo habrá entendido -justifiqué no con mucha credibilidad. 

-Bueno, pero quizá deberías habérselo dicho con más tacto -murmuró moviéndose un poco. 

-Ahora me estás haciendo sentir mal -reconocí. 

Alzó un poco las cejas y yo bufé. Para después levantarme y salir de la habitación, viendo cómo Gavi estaba en el mostrador hablando con una enfermera y los otros dos esperando el ascensor. 

-Oye -me acerqué a él cuando se iba a ir. 

-¿Qué pasa? -frunció el ceño. 

Suspiré y después cogí algo de fuerzas. 

-Que siento no ir al partido pero no puedo dejar...

-No te preocupes -me interrumpió-. Lo entiendo. 

-Ni siquiera lo disfrutaría -me encogí de hombros. 

Gavi asintió despacio y me miró sin solución. 

-Esto es más importante, así que, no pasa nada -murmuró. 

Tragué grueso y cogí sus manos con las mías. 

-Luego nos vemos si eso -dejó un beso sobre mi frente. 

-Que vaya bien -lo solté para rodear su cintura con ambos brazos. 

latidos compartidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora