—Tu cuerpo. —demande mirándolo sin un ápice de mofa en mi tono grave de voz, provocando que este abriera sus ojos de par en par avergonzado y confundido a la vez—
—Que?! —retrocedió ciertamente cohibido y no pude evitar sonreír—
—Eso, quiero tu cuerpo —demande— modela para tomarte unas fotos, eso es todo. —este me miro aún más confundido—
—¿Fotos?.. —pregunto y asentí— esta bien.. —acepto confundido, algo cohibido y de mala gana. Sus claras expresiones demostraban lo avergonzado que estaba. sin embargo comenzó a desvestirse, provocando en mi una leve carcajada—
—¿Por que quitas tu ropa? —pregunté con una mirada y tono inocente—
—Tu..tu dijiste.. —me miro aun más confundido— quieres explicarme como serán las fotos? —preguntó y mordí mi labio evitando una sonrisa divertida, una absolutamente llena de gracia.—
—Ponte aquí —indiqué el sitio y este hizo caso— y tu cabello.. déjame arreglarlo —tome un lápiz de la mesa junto a él y con este comencé a corregir lo que quería, evitando así tocarlo con mis manos. Levante su mentón, algunos rizos y listo.— Bien quédate así —ordene tomando dos fotos, más tarde me servirían para un retrato.— eso es todo.
—¿Por qué no puedes hacer algo sin recibir nada a cambio? —preguntó con su curiosidad, aquella tan propia y representativa de el, sacándome una sonrisa mientras miraba las fotos—
—Porque si recibes algo sin dar nada a cambio, hablan a tus espaldas, y te encaran ello el resto de tu vida. —conteste mientras este escuchaba con atención— en cambio si das y recibes ninguno puede quejarse. —Este procesó mis palabras y asintió torpemente.—
—Eso es bastante inteligente de tu parte. —respondió y reí—
—¿Tienes hambre niño? —pregunté caminando a la cocina y este soltó un bufido, como si estuviera completamente irritado por mis palabras—
—No soy un niño, tengo 18 años Zeta. —contesto ciertamente irritado—
—¿18? —lo mire confundido— no te vez ni siquiera de 16. —agregué y este mantuvo su seria expresión junto a un silencio que abundaba en el departamento, aunque siendo interrumpido por mi siguiente pregunta.— ¿entonces comerás o no? —espeté sirviendo pastas con salsa pesto—
—Que es eso?.. —miro con cierta intriga el plato de comida, no asqueado sin embargo con una expresión que no supe entender; eso me irritaba.—
—Quieres o no?.
—depende..—murmuro buscando mis ojos para responder—¿Tendré que posar otra vez? —preguntó con curiosidad—
—No, solo tendrás que soportar mi música. —ofrecí como trueque y este asintió con una sonrisa confundida—
Le entregue los platos y este los llevo a la mesa, saque un vinilo de mi colección, sople el polvo de este, y lo puse con delicadeza en el toca discos. La agujilla marcó una de mis canciones favoritas, y sin más las notas de aquellos violines inundaron con su maravillosa melodía la habitación.
Hungarian Dance no.5
—¿Por qué suena como si fueras a asesinarme? —pregunto y solté una risita—
—Por que mejor no aprecias la maravillosa música que los instrumentos te ofrecen. —demande en un intento de pregunta amable y este sonrió—
—¿No te gusta oír a la gente cantar? —pregunto otra vez y pensé por un minuto antes de dar mi respuesta con certeza—
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Metanoia.
RomanceUna historia complicada de la vida entre Azora Homelund, un chico peculiar en un proceso de transformación respecto a su visión contra el romance, aquel chico dulce, cálido y tierno, Conrad Miller cambiará por completo la vida de él.