Días se apagan, noches pasan como si nada; todo es tan monótono que me es indiferente la realidad.
En papel y lápiz suelo escribir retazos de mis memorias, de momentos y recuerdos en los que sentí algo de felicidad; uno tras otro salen y salen, siento que entre más escribo menos carga llevo en mis hombros.
Aprendí a engañar a mi mente para dejar de sentir dolor, irónicamente deje de sentir emoción alguna.
La falta de aire me agobia, me ahogo en un mar de dudas, "¿aproveche mi vida?", "¿cumplí mis metas de niño?, ¿pude ser feliz...?; con cada día que pasa veo más cerca mi muerte y no sé si sentir miedo de no haber podido reparar mi vida, o sentir alivio al saber que por fin podré descansar."Incluso un cactus pude florecer"