Los Elegidos continuaban luchando en el campo de batalla aun cuando sus fuerzas se volvían cada vez más escasas y el terror se cernía sobre sus cabezas. Gritos, dolor, muerte, desesperación, incertidumbre, ese era el ambiente que se respiraba en aquel reino mágico. Giselle había logrado evacuar a la mayoría de las hadas con ayuda de las naves de los gordianos. Apenas pudo detenerse a llorar ante las imágenes que conmovían su corazón porque debía aprovechar el tiempo para salvar todas las vidas posibles.
Por otro lado, Noah se encontraba luchando junto a gordianos y Elegidos sin darse por vencido. Tenía una herida en el brazo que sangraba sin control y un golpe en la frente. Por un momento, se detuvo para tomar aire, Alejandro lo cubrió, notando que estaba a punto de desfallecer. El muchacho se apartó un poco de la batalla, sentía el cuerpo demasiado debilitado.
—Estás perdiendo mucha sangre, necesitas un hechizo de vitalidad—opinó alguien a su lado. Era Giselle, que había regresado de las naves para unirse al combate.
—Estoy perfectamente—respondió con sequedad, evitando mirarla a los ojos.
Noah volvió a empuñar su espada, pero un mareo lo invadió, casi cae sobre la hierba verde de la pradera. Giselle lo sostuvo y pegó un grito para que la cubrieran. Los gordianos se acercaron, de este modo pudo colocarse al muchacho debajo del hombro y ayudarlo a caminar hasta un lugar más seguro. Una vez allí, lo obligó a sentarse en una roca y tomó su brazo con brusquedad para hacer el hechizo. Noah quedó enternecido mirándola mientras hacía su trabajo.
—¿Mejor? —preguntó la Elegida con voz pausada.
Noah asintió sin siquiera agradecer y limpió con la mano el sudor que empapaba su rostro. Giselle sacó una cantimplora con agua que le había donado una de las hadas y se la ofreció. El chico bebió con avidez. Luego se levantó de golpe.
—Debemos ir a ayudar.
Giselle quiso contradecirlo, todavía se veía demacrado a pesar de que la herida había dejado de sangrar, pero una voz los hizo sobresaltarse. Alguien gritaba pidiendo ayuda a unos metros de allí. Noah no lo pensó demasiado, recogió su espada del suelo y salió corriendo, ella lo siguió. Tras alejarse bastante de dónde ocurría el combate, se encontraron con cuatro figuras que los observaban con una sonrisa divertida. Clover estaba allí, con una pistola de poder en la mano, listo para atacarlos. Noah empujó a Giselle para que retrocediera, pero fue demasiado tarde, una ráfaga de poder le atravesó el estómago y lo hizo caer de rodillas. Ella intentó levantarlo, pero uno de los hombres la tomó por la espalda y le puso un puñal en el cuello.
—No te muevas, bonita.
La respiración de Giselle se aceleró, pero sabía que no podía quedarse quieta o sería capturada por los siervos de su padre. Debía buscar el modo para salir victoriosa de aquella emboscada.
—No van a lastimarme—aseguró con voz altanera tras clavar su mirada en Clover. Quiso utilizar su poder para persuadirlo, pero él tenía unas gafas que le impedía llegar a sus ojos.
—Por supuesto que no, princesa, pero tu amigo poco nos importa que viva—dijo tras apuntar con su pistola de poder a Noah y volver a dispararle.
Giselle ahogó un grito. Noah quedó con la cabeza enterrada en el suelo, aguantando la respiración y con las manos abrazadas alrededor de su abdomen.
—Déjalo en paz—suplicó la joven.
Uno de los siervos sujetó a Noah por el cabello y lo obligó a incorporarse. El muchacho quedó de rodillas. Tenía el rostro colorado y algunas lágrimas rodaban por sus mejillas. El dolor se veía reflejado en su expresión tensa.
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Los elegidos y las siete partes del cristal [2]
FantasyLa diosa Cindra creó la última de las reliquias mágicas para albergar una parte de los poderes del universo. Tras la guerra contra Anemith y Rosman, tuvo que tomar la decisión de dividir el cristal en siete partes (una para cada reino), así estaría...