Camila se sentó de golpe al tiempo que tomaba una gran bocanada de aire fresco. Su corazón latía con desesperación y de un modo diferente, un modo que le recordó que estaba viva otra vez. Alguien intentó calmarla, pero no supo quién era de primer momento. Le costó un poco que sus pupilas se adaptaran a la luz artificial del lugar donde se encontraba.
—Tranquila, estamos en Arcadia.
Alguien la abrazó. Camila soltó un suspiro de alivio. Cuando su nariz aspiró aquel delicioso olor a vainilla que tanto adoraba. Por fin pudo sentirse protegida y a salvo.
—Ale... ¿Estás bien? —preguntó, separándose un poco de él para poder observarlo.
Alejandro sonrió, con sus dedos apartó los mechones de cabello que Camila tenía pegados a su frente. Ella lo besó en los labios con desesperación, mientras acariciaba sus mejillas calientes. Cuando pudo soltarlo, reparó en que continuaba vestido con la ropa de entrenar y que se encontraba herido.
—¿Qué te sucedió? —preguntó, alarmada.
A su memoria vinieron los eventos ocurridos horas antes. Tuvo que tomarse unos segundos para poner en orden las ideas. Luego, llevó la mano hacia el cristal celestial que continuaba colgando en su cuello para comprobar que estuviera aún con ella.
—Un demonio me rasguñó un poco— la tranquilizó Alejandro.
Hubo un breve silencio. Camila observó sus alrededores.
—¿Dónde estamos ahora?
—En la enfermería de Arcadia.
Camila no había visto aquel lugar antes. Era un salón gigante, con muchas camas de hospital, pero cada una de ellas se encontraba protegida por cristales. Enseguida sintió mucho calor.
—Nos pusieron aquí para poder mantener calientes nuestros cuerpos— explicó Alejandro—. Una vez el alma regresa tarda unos minutos para que el cuerpo se acostumbre y suelen experimentarse síntomas de hipotermia.
Camila asintió, sorprendida por todo lo sucedido, pero aliviada por encontrarse allí.
—¿Todos están bien? — preguntó, preocupada, pero la mirada de Alejandro la alarmó—. ¿Mi hermano...?
—Petter está bien— respondió el muchacho enseguida.
Camila respiró aliviada. No había sabido nada de Petter desde que decidió entrar al pozo. Unos gritos interrumpieron sus pensamientos. Provenían del exterior.
—¿Qué es eso? — preguntó, nerviosa.
—Es Noah...—respondió Alejandro, afligido por el sufrimiento que estaba experimentando su amigo desde que despertó.
—¿Qué le sucede?
—El alma de Giselle continúa en su interior y eso le provoca mucho dolor.
Camila frunció el ceño, no comprendió a qué se refería Alejandro exactamente. El muchacho le explicó con rapidez lo que Noah había hecho para sacar a Giselle del pozo.
—Debo ir a ayudarlo...—respondió ella, intentando ponerse de pie.
—Recién te despiertas— la contradijo Alejandro.
—Debo hacerlo— insistió Camila.
Pudo levantarse, pero su cabeza comenzó a dar vueltas como un torbellino. Alejandro la ayudó a caminar hacia la salida. Por suerte, el aire fresco del exterior logró recomponerla un poco. Afuera se encontró con otros Elegidos que estaban siendo atendidos por las hadas. Camila continuó avanzando hacia una cabina cerrada que era de dónde provenían los gritos. Justine estaba en la entrada junto a Cornelio y a Aurora. La joven intentó ingresar.
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Los elegidos y las siete partes del cristal [2]
FantasyLa diosa Cindra creó la última de las reliquias mágicas para albergar una parte de los poderes del universo. Tras la guerra contra Anemith y Rosman, tuvo que tomar la decisión de dividir el cristal en siete partes (una para cada reino), así estaría...