Camila despertó cuando algunos rayos de sol comenzaron a iluminar su rostro. Nuevamente se movió inquieta en la cama sin siquiera abrir los ojos, odiaba tener que levantarse temprano para desayunar en el Comedor Imperial junto a los reyes.
—Alteza Real. —Una voz femenina le habló desde la entrada de su habitación. Camila resopló, aunque quisiera no podía retrasarse ni unos minutos. Estaba todo el tiempo bajo la vigilancia de sus sirvientes—. ¿Está despierta?
—Ya voy—gritó con impaciencia y se sentó en la cama.
Cuatros sirvientas entraron y saludaron con una reverencia. Traían la ropa de uniforme que usaría en su nuevo colegio y algunos accesorios a juego. Dejaron toallas limpias sobre el tocador y comenzaron a prepararle el baño con aceites aromáticos. Al menos esa parte era un alivio, ahora no tenía que tender su cama ni organizar sus pertenencias, ni nada que requiriera un mínimo esfuerzo de su parte.
Camila se puso de pie y despidió a las sirvientas para poder bañarse en total privacidad. Luego de unos minutos de relajación, salió vestida con una bata de baño. Para su sorpresa alguien la esperaba sentado sobre su cama.
—¿Petter? —se sorprendió ella. Casi olvidaba que su hermano solía levantarse mucho más temprano—. ¿Qué haces?
Petter estaba vestido con el uniforme escolar, el cual constaba de un pantalón negro, una camisa blanca de mangas cortas, una corbata de color violeta y el sello del colegio que tenía una Z en el medio. Su cabello se encontraba bien peinado y olía a perfume caro. Camila tuvo que reconocer que se veía guapo con aquella ropa, aunque había algo en su mirada que la hizo preocuparse, como si sus ojos hubieran perdido el brillo nuevamente.
—Quise venir a ver a mi hermana—comentó con una sonrisa—. ¿Te molesta?
—Claro que no. —Camila se sentó a su lado en la cama, intuyó que Petter estaba necesitando conversar—. ¿Te pasa algo? —Petter negó con la cabeza—. ¿Pasó algo con Karla?
—Karla murió para mí, no quiero volver a escuchar su nombre—zanjó Petter y apartó la mirada, quería disimular todo lo que estaba sintiendo en ese momento.
Camila estaba sumamente sorprendida con aquellas palabras tan crudas.
—¿Qué sucedió?
—No importa. —Petter negó con la cabeza e intentó sonreír, pero en sus ojos continuaba prevaleciendo la misma tristeza de antes—. Vine porque quería pedirte un favor.
—Lo que quieras.
—Quiero que me cubras hoy, necesito ausentarme del colegio por unas horas.
—¿Qué? —se sorprendió Camila—. ¿Por qué?
Petter tragó en seco, no quería contarle lo que pensaba a hacer a su hermana, pero tampoco tenía muchas opciones.
—Quiero ir a ver a Giselle. —Camila abrió la boca con asombro. Se suponía que Giselle estaba encerrada en el sector de los magos esperando el juicio mágico y que nadie podía verla—. Pronto van a someterla a la capsula de la memoria para saber sus verdaderas intenciones. —Camila se alarmó un poco, recordaba el modo en el que había terminado Petter luego de aquella tortura, no se imaginaba a Giselle pasando por eso—. Ella no tiene a nadie más, necesita un poco de apoyo. Quisiera poder alentarla antes de...
La voz de Petter se cortó, era evidente que los recuerdos de su propia experiencia con la capsula todavía lo abrumaban.
—¿Cómo piensas entrar al sector de los magos? —indagó Camila, preocupada.
—Corazón de la Tierra prometió llevarme, pero los otros Elegidos no pueden saberlo. Mucho menos el Consejo de Magos.
Camila asintió. Sabía que Petter tenía buenas intenciones y que se sentía identificado con Giselle. Además, ambos se conocían desde niños, se criaron casi juntos. Debía ayudarlo.
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Los elegidos y las siete partes del cristal [2]
FantasyLa diosa Cindra creó la última de las reliquias mágicas para albergar una parte de los poderes del universo. Tras la guerra contra Anemith y Rosman, tuvo que tomar la decisión de dividir el cristal en siete partes (una para cada reino), así estaría...