Decisiones difíciles

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Selene surgió de las profundidades del océano. Con sus brazos se aferró a una gran roca que estaba cerca de la orilla y tras impulsarse un poco, logró quedar sentada sobre ella. Su cola de color celeste quedó colgando hacia abajo, casi rozando el agua. Miró a su alrededor, estaba en una pequeña isla perteneciente al reino de Volcán. Aquel lugar le traía demasiados recuerdos, por esa razón llevaba años sin visitarlo. Allí, había vivido los momentos más hermosos de su relación con Nick y también los más amargos.

Su cola se transformó en unas tonificadas piernas de mujer. Ella las movió un poco, para asegurar su fortaleza y se dejó caer sobre la fría arena. Caminó hacia el interior de la isla, pero algo la hizo detenerse de golpe. Su pecho pareció estrujarse cuando se encontró con un árbol que relucía entre los demás debido a su grandeza. En él estaban grabadas unas iniciales: N y S dentro de un corazón. Se agachó para poder rozar con sus dedos la madera. Aquel gesto todavía le parecía demasiado cursi, pero Nick no pensó igual cuando sacó su daga y magulló la corteza. Casi podía escuchar sus palabras: Así cada vez que vengas te acordarás de mí y yo me acordaré de ti.

—¡Ay Nick! —suspiró. Su voz sonó entrecortada por las lágrimas que comenzaban a rodar por sus mejillas—. Si tan solo pudiera hacer desaparecer de mi mente tu estúpido recuerdo.

La brisa sopló demasiado fuerte, quiso creer que esa era la respuesta de Nick, quizás una disculpa por haberla abandonado sin siquiera despedirse, pero sabía que los muertos no hablaban. Una voz la hizo estremecerse y girarse de golpe, asustada.

—Pobrecilla...—Anemith estaba parada a unos metros de ella con una sonrisa maliciosa en los labios. En su cuello colgaba el cristal celestial, como una forma de intimidar a sus enemigos—. Tu querido Nick no tuvo la decencia de quedarse contigo como prometió. Quizás es momento de que lo olvides.

Selene se incorporó, sus puños se apretaron de manera inconsciente y su cuerpo pareció tensarse ante la mirada provocativa de Anemith.

—¿Qué haces aquí? —gruñó.

—De paseo—respondió con sarcasmo—. Y tú supongo que viniste a recordar viejos amores.

Selene no respondió. Tenía demasiadas dudas que nunca podría preguntarle a Nick, pero que quizás Anemith lograra aclarar, aunque no estaba segura de poder confiar en su palabra.

—¿Cómo sabes lo que sucedió entre Nick y yo? —indagó

—Puedo contártelo, si quieres, pero no me hago responsable de lo que pueda pasarle a tu débil corazoncito—respondió Anemith tras soltar una risita divertida.

—Habla de una vez—gruñó Selene.

Anemith se cruzó de brazos, preparada para torturar lo más posible a su enemiga.

—¿Sabes qué hacía Nick después de revolcarse contigo en esta miserable playa? —preguntó. Selene sintió que el corazón se le estrujaba nuevamente, pero intentó disimularlo a toda costa—. Corría a mis brazos...

—Eso no es cierto.

—Sabes bien que sí lo es, siempre lo supiste.

Selene bajó la cabeza, un poco avergonzada. Su relación con Nick comenzó como una amistad. Ambos tenían muchas cosas en común. Él deseaba dejar de ser un Elegido y viajar por el mundo, ella quería renunciar a su naturaleza como sirena. Cuando los sentimientos se hicieron presentes, Nick juró terminar todo con Anemith e irse juntos. Sobre todo, después de saber que estaban esperando un hijo. Todavía le costaba creer que la hubiese engañado de una manera tan cruel.

—Él me juró que ustedes habían terminado y que iniciaríamos una nueva vida juntos.

Anemith quedó en silencio por unos segundos, meditando cómo continuar con su tortura. Una sonrisa iluminaba su rostro, haciéndola lucir más amenazante aún.

Los elegidos y las siete partes del cristal [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora