11 - El Sagrado Duelo y La Conspiración Maquiavélica

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El clima de la isla era denso, desde el barco podían percibir el calor de una humedad sofocante, pero hasta hace unos pocos minutos, todavía se podía tolerar, no obstante, las cosas cambiaron en cuestión de segundos, pues Usopp comenzó a sudar de tal forma que parecía recién salido de un rio, pero, al mismo tiempo, su cuerpo temblaba de tal forma que daba la impresión de ser un cachorro calvo en pleno invierno.

Muchas cosas estaban abrumando la mente del tirador con peculiar nariz, por un lado, estaba viendo pasar su vida delante de sus ojos, recordando incluso el primer momento en que abrió sus ojitos al llegar al mundo, y cuestionándose así mismo por algunas decisiones erradas, pero también, al mismo tiempo, el cerebro del miembro más asustadizo de la tripulación calculaba y recontra calculaban mil opciones diferentes para salir huyendo sin morir en el proceso... por el momento no estaban encontrando ninguna factible.

— ¿Y bien, pequeñines? ¿Qué me dicen?

La poderosa voz del ser delante de ellos provoco que salieran brevemente de su estupor, aunque el pánico no abandonaba sus cuerpos. Los pobres piratas estaban tan aterrados que sus cerebros les gritaban que corrieran, pero sus músculos no respondían a la orden, pero ¿alguien podría culparlos? Si delante de ellos tenían a un humano con apariencia de guerrero que era más grande que una maldita montaña ¡¡LITRERALMENTE!! El bastardo debía medir como veinte metros o tal vez más.

— D-disculpe ¿l-lo podría repetir? — a pesar de estar paralizada por el miedo, Nami mantenía una sonrisa congelada en sus labios, intentando, de alguna manera, evitar causarle cualquier clase de molestia al gigante.

— Preguntaba si tienen aunque sea un poco de alcohol que puedan regalarme... uh ¿Se sienten bien? — a pesar del miedo que los pequeños humanos sentían, el gigante realmente se veía muy amigable, sin malicia en su mirada ni dobles intenciones en su pedido. El gigante traía vestimentas de guerrero vikingo, era de tez bronceada, de ojos marrones con cabello y barbas rubio cenizo, él no solo era gigante de altura, también poseía un cuerpo robusto, redondo pero fornido a la vez.

— E-eh S-sí, tenemos un p-poco — respondió la temerosa navegante, a su lado, Usopp asintió frenéticamente con la cabeza.

— ¡Ya veo! ¡Entonces sí tienen! — una deslumbrante sonrisa se plasmó en el rostro del gigante, casi como un niño al que le dicen que recibirá un juguete nuevo, mas el ver tan de cerca la dentadura del gigante no hacía más que aumentar el pánico de los piratas.

— Aunque el que tenemos no es para beber, sino para uso médico y para la comida, p-pero si gustas te lo podemos dar — explico Nami, sorprendiéndose así misma al haber sido capaz de pronunciar aquella oración sin morirse en el proceso.

El gigante seguía sonriendo amigablemente cuando, de repente, pegó un terrible rugido en la cara de los dos pobres piratas, quienes chillaron al mismo tiempo, abrazándose mientras lloraban, creyendo que ese iba a ser su final, no obstante, aquel extraño ser se volteo a mirar a sus espaldas, dejando ver el motivo de aquel grito aterrador. Un dinosaurio que era casi tan grande como el gigante se encontraba atenazando con fiereza el trasero del gigante, cosa que le habría arrancado tal grito, pero por supuesto, el gigante no iba a permitir que un miserable lagarto tratase de comérselo, mucho menos ahora que acababa de conseguir quien le diese alcohol, por lo que, soltando un feroz rugido de batalla, aquel gigante rebaño de un solo corte la cabeza del dinosaurio con su hacha.

We Are Family... Las Joyas de la Princesa x One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora