" Fiesta de bienvenida "

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POV CARLA

- ¿Sabes que siempre me gustaste?- pregunto Abel con una sonrisa- Desde aquel día que te pusieron los brackets- rodeó mi cintura.

- ¿Si? Menudo momento para darse cuenta ¿no?- reí.

- Pero lo hice, me di cuenta- se acerco- Me gustas, Carla-

- Tu a mi también Abel- cerré mis ojos.

Me incline un poco hacia él, podía notar sus respiración contra mis labios, estábamos a punto de besarnos, no podia creer me lo, parecía un sueño.

- Carla...- la voz de Tristan sonó a lo lejos.

Abrí mis ojos, pero la persona que tenía enfrente no era Abel, si no su hermano. Me separe de él y frote mis ojos.

Volví a abrir mis ojos, esta vez de verdad. Me encontré a Tristan sentado en el borde de la cama.

- Hasta que despiertas- dijo calmado- Llevo un rato llamándote, se me olvidaba que tienes un sueño profundo-

- Gracias por despertarme- le sonreí.

- Vamos a cenar en un rato, por eso vine- se levantó- ¿Necesitas algo?- negué con mi cabeza, al mismo tiempo que me estiraba.

El río al verme estirarne como una estrella de mar.

- Os esperamos abajo- sonrió.

- ¿Os?- asintió- A claro, Jess-

- Ni mi hermano, ni el tuyo, ni yo, vamos a despertarla, se pone como un toro cuando la despiertan- fue hacia la puerta.

- Gracias de nuevo- repetí.

- De nada- me volvió a sonreír y se fue, cerrando la puerta tras él.

Me senté intentando espabilar me, cuando lo hice pase por el baño, me moje la cara y me peine un poco. Toque suavemente la puerta de Jessica, pero no hubo respuesta ninguna. Entre sin hacer ruido.

Una pequeña luz morada iluminaba la habitación. Estaba como siempre, ordenada, con su guitarra y el piano cada uno en una esquina, sus posters de música, fotos de ella con su familia y nosotros. Me acerque a las fotos, pues varias de ellas eran nuevas. Estaba disfrazada con una peluca de colores, un traje azul y blanco. Otras personas mayores salían con ella. Todos sonreían tan felices que hasta yo lo hice.

Seguí mi recorrido hasta la pequeña estantería que tenía llena de libros. Tome uno y lo abrí por la marca que dejó en el.
Era un poema.

" Perdona cuerpo por no tratarte como se le trataría al más leal amigo, perdoname por juzgarte, criticarte, repararte y sobre todo por compararte.
Mereces cuidado, respeto, amor y sanación; por estar desconectado de ti dejó que te canses y que te enfermes, no eres solo un cuerpo, eres el mensajero del amor que me permite estar con vida."

- Manuela Arroyave.

Cerré el libro, lo coloque en su sitio y miré hacia ella. Dormía boca abajo, sus manos estaban metidas debajo de la almohada, su cara girada hacia la pared. Estaba durmiendo sin camiseta, llevaba un top deportivo y la sábana solo le llegaba por encima de la cadera. Se podía apreciar el tatuaje que tenía, de cerca se veían los detalles, eran preciosos.

Me senté a su lado, retire suavemente el pelo que caía por su cara, lo coloque detrás de sus hombros. Todavía me impresionaba lo que había avisado en seis meses. Soltó aire, como si le pesará o le molestara tenerlo dentro. Pensé que el tocarla le había despertado, pero no, aún seguía dormida.

Verano con los DaltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora