Megan McAllen no la ha tenido fácil gracias a que nació intersexual. A pesar de haber nacido en una familia escocesa que la hace sentir segura, respetada y aceptada, jamás tuvo amigos. Excepto Jess.
Jess Parker es una chica inglesa que conoce a Meg...
Sabía que esa doctora tenía otras intenciones y los mensajes de Megan eran preocupantes, no estaba durmiendo nada. Así que, cuando Hellen me hizo saber que Megan estaba bastante agotada y no dormía, preguntándome si podía convencerla de dormir algo. Le dije que iría a verla y yo me encargaría de que duerma.
Está tipa era una descarada y maldita. ¿Cómo era capaz de coquetear con Megan frente a mí? Y se notaba que ella era la culpable de que Meg trabaje tanto y duerma tan poco. Sí, lo entendí. Lo hace para que no tenga tiempo de hablarme.
Recibir su beso en tanto salimos del hospital fue como si me regresara el alma al cuerpo. Y no dude en cortar el beso para llevarla a casa. Y Megan me sorprendió, pues cuando entramos en la casa apenas pude saludar a Hellen, ya que Megan la miró.
-Ponte música, por favor. -Dijo y Hellen levantó las cejas-. Solo hazlo, mamá.
No dije nada mientras me arrastraba escaleras arriba. Solo sé que cuando entramos en la habitación, escuchamos música sonar en la cocina.
Dejamos caer nuestros bolsos al piso y nos besamos con prisa mientras nos quitamos la ropa como si tuviéramos poco tiempo. Abrí el pantalón de Meg y me arrodillé. No dude en llevar su miembro a mi boca mientras ella largó un suspiro.
-Oh, no te detengas... -Dijo mientras lo lleve hasta el fondo de mi garganta-. Oh, extrañaba sentirlo en tu boca.
Levanté la mirada y dejé que guiara los movimientos de mi cabeza. Realmente me hizo hacérselo con ganas y le puse empeño. Me alejó y me hizo poner de pie para quitarle la ropa. Quedamos desnudas y se quedó un momento entre mis piernas, yendo directo a succionar con tantas ganas que me sostuve de la cama al tiempo que me dejaba muy mojada.
Hasta que se sentó en la cama, apoyó mis piernas en sus hombros e ingresó sin previo aviso.
-¡Oh, por el amor de Dios! -Grité al tiempo que Meg largó un gemido fuerte.
-¡Ahhh! -Expresó y me miró-. ¡Al fin te tengo!
Fue todo lo que dijo antes de embestir mi cadera con ganas. El sonido de la embestida inundó la habitación y la cama comenzó a moverse.
Trataba de no no gemir con fuerza, pero era imposible. Y es que Megan estaba durísima, me lo hacía con muchas ganas.
En un momento, bajó mis piernas para colocarse entre ellas sin salirse y se acercó para recostarse encima, besarme y darme duro.
Creo que esa es la expresión que mejor expresa lo que Megan hizo, hacérmelo con muchas ganas contenidas. No pude evitar gritar, simplemente no pude. Y estaba rezando porque no nos escucharan de abajo.
Sentí que llegué a un orgasmo y lo expresé quedando paralizada en medio del gemido. Se movió cada vez más despacio hasta salirse y me sorprendió moviéndome.
-Date la vuelta...
Amaba cuando se ponía así en la cama. Cuando me da órdenes y me atiende de esta manera tan intensa. Ella sabe que me gusta esto y que me encanta ver este lado suyo. Me encanta que sea así de dominante en la cama.
Estiré mis manos para sostenerme de las sábanas, pues se sentó en mis glúteos, ingresando en mí y yendo profundo en mí. Y en un momento, estiró su mano para sostenerse de la cama como yo, recostándose en mi espalda.
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