El comienzo

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A pasado un mes desde que Athena y sus caballeros se enfrentaron a Hades y viajaron al pasado para salvar al caballero de Pegaso de la maldición de la espada de Hades, salvándolo de la muerte que casi lo condenaba. Sin embargo, en un lugar lejano se encuentran las ruinas de lo que fue un hermoso castillo, en la punta de un acantilado; nadie se hubiera imaginado que  en esas ruinas en un tiempo no muy lejano se encontraba la puerta que te llevaría al mismísimo infierno.

Revisando los vestigios de ese arruinado lugar, se encuentra un hombre, alto, encapuchado y con aspecto de haber estado viajando por mucho tiempo para encontrarse en ese sitio. No fue la vista lo que mas le llamo la atención, si no que no esperaba encontrar todavía algunas paredes y habitaciones aun en pie. Al adentrarse al castillo no tardo mucho para encontrar una arpa, castigada por estar en la intemperie, sucia y oxidada, con cuerdas rotas y un reflejo del hombre con cara de melancolía, toca con la palma de su mano el maltratado instrumento musical. Un susurro sale de sus labios pronunciando un nombre.

- Pandora-

Al mismo tiempo que se quita la capucha que cubría su cabeza, se pueden ver los rasgos del sujeto, ojos color ámbar, piel blanca, cabello rubio y ceja poblada, no era otro que el mismo Radamanthys, uno de los tres jueces del inframundo. ¿Cómo es que sobrevivió a la guerra santa?, ni el mismo lo sabe, despertó en un paraje lejano, cercas de un pueblo de Alemania, en Baden. Al despertar no encontró nada ni nadie que le pudiera resolver sus dudas y por sobre todo por que no fue capas de sentir el cosmos de los espectros o su dios Hades, será que. ¿Athena gano?.

Por esa razón se encuentra en las ruinas de lo que fue el castillo de Hades, quería saber que paso con esta guerra, ayudar si aun era posible, no era consciente del tiempo que ya había transcurrido desde la batalla asta su despertar. Al estar frente a la puerta que llevaba al inframundo, supo de inmediato. Ya era muy tarde para ir a pelear, otra vez, sus compañeros espectros habían perdido la batalla contra los santos de Athena. Eso lo lleno de rabia, ¿Cómo fue posible que perdiera el tiempo dormido cuando su Dios y la señorita Pandora lo necesitaban?. Se inclino en el suelo y con toda la fuerza que tenia acumulada reventó el suelo con el golpe de un solo puño.

-golpear el piso no te servirá de nada- se escucho una voz femenina en forma de eco.

-¡¿Quién es?!- Pregunto intrigado y molesto Radamanthys, se sentía una cosmo-energía, no sabia de donde exactamente, pero no pertenecía a ningún espectro o caballero que el conociera.

-¿Esa es forma de dirigirte ante mi?- Un destello de luz cegó por un momento al hombre que estaba desprevenido, al abrir sus ojos pudo ver incrustada en el suelo, un tridente, el arma de Pandora estaba ante el. Cual fue su sorpresa cuando del tridente salía la voz de la mujer que le hablo anteriormente.

-¿Radamanthys, acaso olvidas quien te salvo de morir en esta guerra?- De la lanza empezaba a emanar un cosmos, pero no cualquier cosmos, si no uno que era divino, tan fuerte como el de la mismísima diosa Athena. Cada vez aumentaba mas y mas, fue asta que una mujer se hizo presente, su belleza rivalizaba con la misma Afrodita, su cabello era largo y rubio, piel blanca como la leche, usaba un hermoso vestido negro que encajaba perfecto a su esbelto cuerpo, sus ojos de color azul profundo, parecían ver el interior del alma del único soldado que quedaba vivo del ejercito Hades. No cabía duda, esa mujer era la diosa del inframundo y esposa de Hades, Perséfone. Saliendo de su asombro, Radamanthys se inclino rápidamente con una rodilla en el suelo mostrando sus respetos a la mujer.

-¡perdóneme por mi atrevimiento señora Perséfone! no sabia que se trataba de usted- se disculpo el espectro

-Lo entiendo Radamanthys, desde la época del mito, yo no hacia presencia en este mundo y en el mundo de mas allá nadie sabia donde me encontraba oculta, solo hades- contesto la diosa y con la punta de la lanza hizo que su ahora guardián la viera a la cara haciéndole un solo gesto le indico que se levantara.- A decir verdad, esta vez desperté por la sangre de mi hermana Athena.-

El renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora