La duda.

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La noche caía sobre la mansión Kido, todos sus habilidades ya se encontraban en sus respectivas habitaciones descansando, exepto uno, la habitación del caballero de Andrómeda se encontraba inquieta, debido a que su inquilino volvía a tener sueños intranquilos, se revolvía en la cama, el sudor le recorría el rostro, con una de sus manos se apretaba el pecho, al parecer por los gestos de su rostro algo le ocasionaba dolor, pero no el suficiente para despertarlo de su sueño.

*En el sueño de Shun*

Una atmósfera de oscuridad y muerte ya se estaban volviendo habitual en los sueños del santo de Andrómeda, el lugar se encontraba en ruinas, pero a pesar de su estado el sabía dónde se encontraba, Giudecca. Cuando la batalla contra Hades termino el sabía que su reino estaba destrozado, pero nunca supo a qué magnitud estaba dicha destrucción, rocas flotando como si del espacio se tratara, pedazos de lo que antes fueron las prisiones del infierno, apenas si había suelo en el que apenas podía estar de pie admirando la terrible escena.

-Ayuda-

-¿Quien está ahí?- Pregunto el joven hacia la nada.

- Ayúdanos, solo usted puede hacerlo-

- ¡¿Qué?!, ¿Cómo puedo ayudarlos?- No sabía quién, o que era quien le pedía ayuda, pero si él podía hacer algo para que alguien deje de sufrir, lo haria sin dudar.

- Regresar-

- ¡¿Regresar?!, ¿Dónde debo regresar?!- Pregunto una vez más a la nada.

-A tu trono-

-!¿Que?!- Detras del joven empezó a materializarse una silla gigantesca con respaldo alto con adornos azul oscuro, almohadillas de terciopelo color vino, molduras de oro, coronado por dos alas de murciélago que sobresalian del respaldo y un rostro sin expresión que parecía que lo miraba fijamente, era el trono en el que una vez se sentó y fue llamado Hades. Ese asiento le causaban terror, trato de dar un paso atrás pero unas manos lo detuvieron, tomándolo por los hombros, trato de ver quién era quien lo sujetaba, pero no fue posible solo percibió el aroma de flores que esa mujer desprendía, era muy dulce, un aroma que jamás había conocido, también noto el color de su cabello dorado, sintió su cálido aliento que le hizo estremecer cuando hablo cerca de su oído.

-Ayúdales a descansar- Dijo la mujer.

- ¿Que puedo hacer?, ¿Quienes son?-

-Pronto lo sabras- Sintió como las manos que lo sujetaban de los hombros lo rodearon en un abrazo por la espalda, que lo dejo inmovilizado. -Pronto estarás de regreso en tu reino y estarás conmigo.- La mano de la mujer lo tomo del menton, inclinando un poco su cabeza, colocó sus labios en su mejilla y le dió un beso, esto no le desagrado, al contrario era una sensación calida y muy agradable.

Cuando despertó, noto su cuerpo bañado en sudor, un dolor en el pecho le hizo incorporarse de la cama, se tocó el pecho con su mano derecha y respiraba con un poco de dificultad. -"Esos sueños son cada vez son más raros"- Pensó para si mismo, llevo su mano a la mejilla dónde aún sentía el beso de esa mujer. - Fue tan real- Anteriormente ya había tenido esa clase de sueño desde que fueron al Inframundo, pero asociaba sus pesadillas a qué fue poseído por Hades y pensó que algún tipo de miedo quedó prendado en su ser, pero nunca conoció a una persona como la que vio en este sueño, la única mujer que llegó a ver en ese entonces y que estaba a favor de Hades, fue a Pandora y ella no tenía cabello rubió.

Se levantó de la cama, vio la hora y aún era muy temprano para sus compañeros incluso para Shiryu, que madrugaba casi igual que él. Se dió una ducha rápida, y se dispuso a bajar a desayunar para olvidar sus pesadillas.

Al bajar las escaleras, paso por el estudio, vío la puerta entre abierta y luz encendida en el interior, se asomo a la habitación y sentada en la silla se encontraba la joven de cabello largo color lila, leyendo unos papeles.

El renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora