Capítulo 10

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Vivir sus deseos, agotarlos en la vida, es el destino de toda existencia. - Henry Miller.

***


Tres meses después…

—¡No me fastidies Enzo! —bufó Kiara malhumorada.

Llevaba más de tres minutos frente a la puerta del solarium. Tres minutos en los que había deseado quitarse la venda de los ojos para asomarse y descubrir la maravilla que Brida había construido, porque si de algo estaba segura era de que aquello sería una puta maravilla. Sin embargo, el comisario la había dejado ahí, esperando a vete saber que… Cuando en realidad, estaba terminando con su paciencia.

—¡Ni se te ocurra mirar! —vociferó él desde el otro lado — Te conozco demasiado bien, Kiara Moore. 

—¿Sí? ¡No me digas! ¿Y si no obedezco qué? ¿Me darás un par de azotes en el trasero?

—Eso te gustaría demasiado como para considerarse un castigo. ¿No crees?

La voz del rubio la devolvió a la realidad. El tono evidenciaba su cercanía, pero ante todo su aroma. Era uno de esos olores que jamás se cansaría de respirar, porque ya lo había hecho durante unos largos e intensos años. Años en los que había fingido ser feliz junto a la persona equivocada.

—¿Ansiosa? —preguntó él al percatarse de su silencio.

—¿Puedes decirme por qué soy la última en verlo si la reforma la he pagado yo?

Enzo soltó el aire sobre la boca femenina. Kiara era demasiado intensa, siempre lo había sido…

—Porque una vez que entres, no podrás escapar, preciosa.

—¿Vas a dejarme aquí encerrada? —preguntó pizpireta.

—Solo te diré que lo que hay aquí montado, supera el jodido sótano de tu hermano.

Kiara soltó el aire retenido mientras que se pellizcaba los dedos de la mano visiblemente nerviosa. El sótano de Dorian era magistral, sobre todo después de la última reforma, por lo que aquello era poner las expectativas muy altas.

—Necesito verlo —solicitó con urgencia.

Enzo la guió hasta el centro de la sala donde la dejó por unos segundos. Ella se removió nerviosa escuchando sus pasos alrededor, esperando el momento en el que él bajase la venda, sin embargo, sintió cómo se posicionaba en su espalda, para mordisquear el lóbulo de su oreja, desesperandola.

—Enzo, por favor… —resopló.

—Bienvenida a nuestro paraíso, preciosa.

Kiara sintió un escalofrío ante el impacto que le generaba su voz e inmediatamente se sintió liberada de aquello que la impedía ver. Abrió los ojos con lentitud, adaptándose a la luz del habitáculo… Aquello no es que fuese mejor que el sótano de Dorian, ambos lugares merecían la pena, pero… Este estaba adaptado a ella y a Enzo, lo que lo hacía único. Sí, había una gran diferencia con el de su hermano y era que mientras él lo había construido bajo tierra para estar alejado de miradas indiscretas, ella se lo había montado a lo grande en la parte de arriba.

Dio una vuelta maravillada y con la emoción implícita en su mirada. En uno de los lados había un par de máquinas de ejercicio que sin duda, aprovecharía mucho más Enzo que ella, de eso estaba segura, pero el resto de artilugios pensaba probarlos todos. Sus gustos estaban fielmente representados en casa juguete, pues había algunos aparatos como un cruz, una tabla de sujeción, una cama flotante y, en una de las paredes, un precioso armario de madera con miles de juguetes sexuales para disfrutar sola o en pareja, además de la famosa silla y el foco.

El último baile | Extras Saga Bailando Con... | +18 Completa ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora