Capítulo IV

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Conociendo al segundo mejor equipo alemán

No quería golpear a Wakabayashi, no al menos de esa manera. Sé que se lo merece, pero no debí haber actuado de esa forma, lo mejor será que me disculpé. Caminé por los campos del Hamburgo pero no lo encontré, supongo que ya se habrá ido, así como Schneider y Kaltz, bueno cuando lo vea me disculparé

Me dirigí está vez dentro de las instalaciones y busque a mis amigos, no tarde en encontrarlos ya que estaban en la sala de juntas, al llegar no dije absolutamente nada, todos estaban de un ánimo fatal. Así que me dirigí con Tsubasa y me quedé a su lado detrás de Matsuyama.

—Nos pasaron por arriba— espetó Nitta.

—No estamos al nivel de los europeos.— continúo Kazuo.

—Y nuestro pilar defensivo, Wakashimazu, acabó lesionado— Masao.

—¿Vamos a seguir así?— cuestionó Ishisaki..

—...— golpeo la mesa con su puño Matsuyama—. ¡No se depriman por una sola derrota!—

—Matsuyama...— espetó Ishisaki.

—Gracias a este partido ahora sabemos de que son capaces. Hay que volver a esforzarse desde cero—.

—Exacto— intervino Tsubasa—. Matsuyama tiene razón. Nos esforzaremos en el próximo partido—.

—¡Si!— intervine está vez—. Nunca cambiemos nuestra mentalidad, nos seguiremos esforzando y ganaremos el siguiente partido—.

—Ustedes siempre están tan alegres, Tsubasa, _____— nos miro Ishisaki.

—Sin duda— estuvo de acuerdo Kazuo.

—No hay nada como ser optimista como ellos— terminó Masao.

Todos comenzamos a reír, creo que realmente necesitábamos algo de optimismo, y nosotros por pequeño que sea el momento logramos que el equipo fuera optimista como nosotros.

El señor Mikami fue por nosotros y nos pidió subir al autobús para ir al hotel y descansar ya que mañana tendríamos otro partido, aún no sabía si entraríamos a jugar o no.

Llegada la noche, y como en el hotel debíamos dormir por parejas, bueno Tsubasa y yo terminamos juntos, aprovechamos la oportunidad, tomamos un par de balones y salimos con estos para practicar antes de dormir.

Estuvimos driblando por el bosque unos minutos hasta que a lo lejos escuchamos las voces de dos de nuestros compañeros.

—¡Hyuga!—

—¡Matsuyama!—

—Veo que pensamos en lo mismo—.

—En la victoria de la selección japonesa— espetaron al unísono.

—Hyuga, Matsuyama—.

—Amigos—.

No queríamos molestarlos, así que dimos media vuelta y regresamos al hotel, aunque tal vez estuvimos unas cuantas horas haciendo pases.

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Un Amor Lleno De Cicatrices || Genzo Wakabayashi & Tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora