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En cuanto el rubio llegó a la empresa los empleados que se toparon con él lo saludaron respetuosamente, algunos haciendo medias reverencias y otros sonriéndole con amabilidad.

Salió del elevador y atravesó el pasillo que conducía a la oficina del vicepresidente, donde estaría trabajando en los siguientes meses. Un aroma a arándanos y mandarina inundó sus fosas nasales haciéndolo arrugar su nariz inevitablemente.

La recepcionista llegó a él apresuradamente, pareciendo agitada y ansiosa.

—¡Jóven Jimin!

La chica tenía una libreta en sus manos y el ceño fruncido. Pudo darse cuenta de que estaba preocupada porque su olor se intensificó.

—¿Qué sucede, June?

—El señor Kim no podrá llegar antes de lo esperado —Contestó con una mueca en su rostro, tambaleando la libreta entre sus manos.

El rubio entreabrió la boca.

June suspiró pesadamente, mirándolo directamente a sus ojos.

—Hubo una tormenta en Boston y el vuelo se retrasó. Parece que vendrá mañana a primera hora si todo mejora —Dijo rápidamente, inhalando y exhalando con fuerza —. La reunión empieza en una hora, así que le tocará a usted dar la cara por la empresa.

Jimin sintió como su corazón se aceleraba y su respiración se le trancaba en la garganta. De tan solo pensar que debía pararse frente a todos los empleados de la empresa para dar un discurso, además de hablar sobre los planes que tenían para el próximo proyecto, le causaba nervios.

—¿Qué?

June dio un paso adelante y lo miró con determinación.

—Este fue el discurso que le prepararon al señor Kim por si quiere decirlo. Sino puede modificarlo con sus propias palabras o resumirlo —Le enseñó la pantalla de su teléfono donde se encontraba el correo abierto —. Se lo acabo de mandar a su correo.

Jimin asintió débilmente.

No le pánico escénico o algo parecido, solo odiaba hacer cosas que no estaban en sus planes, en su itinerario laboral. Era como arruinar todas las tareas que tenía por hacer en un día, de un momento a otro.

De pronto se sintió cohibido y se imaginó a sí mismo equivocándose frente a tantas personas, diciendo algo mal y que todos se dieran cuenta, que lo juzgaran y se rieran.

Tomó una bocanada de aire. Debía calmarse.

—Jóven Jimin, solo no sobrepiense mucho las cosas. Saldrá bien si sigue el discurso al pie de la letra y sino lo hace, también estará bien. No se preocupe.

June le sonrió y se dio media vuelta para regresar a su puesto de trabajo.

Antes de que Jimin entrara en la oficina, Jungkook llegó con el cabello perfectamente peinado y el saco de su traje negro sobre el antebrazo. Sostenía la maleta en la mano contraria y una bolsa de papel colgaba de su boca.

El más bajo se dirigió a él.

—¿Te ayudo? —Preguntó más retóricamente. Le arrebató el maletín y lo sostuvo por él, ganándose una mirada confundida del castaño.

—No-

—Te ayudo.

Jungkook soltó una risa floja y juntos ingresaron a la oficina.

Una vez adentro, Jimin dobló la chaqueta del castaño y la colocó en uno de los sofás más pequeños. Mientras tanto, Jeon se sentó en el sofá más grande y se arremangó las mangas de su camisa gris.

DESTINOS ENLAZADOS | KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora