Epílogo

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A las cinco de la tarde, ya todos estaban celebrando el cumpleaños de Park Minkyu. Los invitados estaban comentando sobre la decoración del lugar, la variedad de bocadillos y la cantidad insana de alcohol que había. Mientras los empleados estuvieron acomodando mesas y adornos florales, Jimin y Jungkook se fueron a duchar para cambiarse de ropa a una más formal. Había que destacar que cada uno lo hizo por su cuenta, en departamentos separados.

Aunque si Jimin podía escoger, hubiera preferido bañarse con el Alfa y ayudarlo a colocarse sus prendas.

No lo tenían que culpar, nunca había extrañado tanto a alguien en su vida. Y ahora que lo tenía cerca, solo deseaba hacer algo al respecto.

Hubo un momento en la fiesta que Jungkook lo dejó para irse a conversar con sus padres, quienes no recordaba haber invitado. No los conocía, pero quería hacerlo, sin embargo, los nervios podían más que él. Decidió mantenerse alejado de los papás de su Alfa, dándole miraditas al castaño de vez en cuando.

Estaba vestido con unos pantalones de gala negros, una camisa formal blanca con los primeros botones desabrochados, y unos mocasines marrones. Lidiar con su atractivo desbordante todavía era un reto para el Omega, quien no podía controlar la manera en que su cuerpo reaccionaba.

Jungkook sostenía una copa de champaña, su mano de largos dedos y venas marcadas, su brazo fuerte enfundado en la tela blanca. El cabello castaño pulcramente peinado y la mirada oscura fija en los ojos de su madre.

Entreabrió los labios con una débil exhalación.

Uno de las meseras le pasó por un lado con una bandeja de plata llena de copas con champaña, llamando su atención.

—Chica, ¿me puedes traer una copa de vino? Por favor —Ni siquiera la miró, demasiado ocupado en no quitar su atención del Alfa.

—Sí, en un momento se la traigo, señor.

Estaba a punto de decirle que no lo llamara de esa forma, cuando la mesera se fue a buscar la bebida.

Jeon asentía suavemente a las palabras de su mamá, quien intercambiaba algunas miradas con su marido para tener su apoyo en la conversación. Este asentía de vuelta, dándole sorbos a su vaso de whisky y observando su alrededor por pequeños momentos.

El Alfa tenía ese tipo de belleza que gustaba de cualquiera, sus cejas rectas enmarcando esos ojazos negros, la nariz prominente que contrastaba con el grueso de sus labios de corazón, y la mandíbula marcada. La postura firme y segura de sí, hombros rectos y barbilla ligeramente alzada.

Esa era una de las razones por las que llamaba la atención; algunas mujeres se detenían a mirarlo para obtener un poco de su propia atención, otras pasaban por su lado para verlo de cerca e incluso los hombres también proclamaban aquello que no podían tener fácilmente. Al menos no desde que Jimin había llegado a su vida.

La chica regresó con su copa de vinotinto sobre la bandeja, inclinando la cabeza hacia él y sonriéndole amablemente.

—Aquí está su bebida, señor —Le dijo. Jimin asintió de vuelta, tomando el vino y dándole un vistazo.

—Gracias —Regresó su vista a la dirección donde se suponía debía estar el Alfa, pero no era así.

Pegó los labios a la orilla de la copa, saboreando el vino. El olor de Jungkook...

Tragó, dándole otro sorbo, buscando a su alrededor al castaño.

—¿Me buscas?

Suspiró temblorosamente, bajando un poco la copa y volteando levemente la cabeza hacia la derecha. Podía sentir la presencia de Jungkook detrás de él, su aroma, su calor, su respiración.

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