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—Si te queda alguna pizca de consideración por mí, si tan solo te importo un poco, colabora con los términos que te está imponiendo mi abogada, Hanseol.

A través de la línea ni siquiera se oyó una respuesta, solo un bufido bajo antes de que el Alfa colgara.

Jimin cerró los ojos con cansancio y tomó una bocanada de aire como usualmente hacía para mantener la calma. Había estado revisando las opciones departamentales que consideraba eran las mejores, hasta que Han llamó.

Volvió a sentarse frente al escritorio, pensativo.

Hanseol estaba siendo perseverante con su decisión de cumplir el contrato por completo. Estaba empeñado en mantenerlo consigo, incluso si Jimin se mostraba evidentemente disgustado. Jimin creía que lo hacía a propósito, solo para molestarlo y obligarlo a terminar con lo que prometió. Hanseol se sentía bien imponiendo condiciones sobre el rubio, le llenaba el orgullo, se sentía como un Alfa cuando lo trataba con aquella posesividad que el Omega tanto odiaba.

Era simple y absolutamente irritante tener que lidiar con Hanseol.

Se estaba cansando.

Jimin era un hombre paciente. Sabía manejar y lidiar con situaciones complicadas que estaban fuera de sus manos, incluso con los desafíos que le imponía su trabajo, sin embargo, esa paciencia empezaba a acabarse cuando se trataba de Kim Hanseol. Se había vuelto una persona impaciente que se estresaba con facilidad, y temía que no pudiera controlar sus cambios de humor debido a ello.

Se escucharon unos toques en la puerta. Jimin dio el visto bueno y la puerta se abrió, dando paso a Namjoon.

Su asistente hizo una media reverencia.

—Señor Park, el señor Jungkook tiene que hablar con usted acerca de los preparativos para la presentación del producto.

Un dolor se empezó a extender por su cuello y hombros, frunciendo el ceño, contestó:

—Te he dicho que puedes llamarme joven Jimin. Me haces sentir que soy hermano de mi padre cuando no —Murmuró. Hizo un gesto con la mano cuando Namjoon asintió —. Déjalo pasar, Namjoon.

—Con su permiso —Volvió a hacer una media reverencia y se dio media vuelta con su tableta en manos. Se acercó a la puerta y llamó al castaño —. Señor Jungkook, puede pasar.

El castaño contestó algo que Jimin no escuchó y entró a la oficina, luciendo tan pulcro y sereno como siempre. A veces pensaba que Jungkook no tenía preocupaciones o problemas en su vida, ya que siempre portaba una expresión tranquila cuando no sonreía, como normalmente hacía.

—Con permiso, señor Park.

De pronto el olor de Jungkook golpeó el rostro de Jimin, haciéndolo jadear de gusto, a lo que su lobo empezó a chillar. Entreabrió los labios y tuvo el impulso de apretar el reposabrazos de la silla con las manos, para contener los pensamientos en su cabeza.

Jungkook estaba hablando pero no podía escucharlo con claridad, puesto a que su lobo interior no paraba de aullar y reclamarlo.

«Nuestro Alfa huele delicioso»

«Quiero olerlo más de cerca, justo en la fuente de su aroma»

De pronto Jimin quería pegar su nariz en el cuello de Jungkook.

Quería, no, necesitaba olerlo más de cerca, sentir su delicioso aroma de vino que lo volvía loco a él y a su lobo.

Entonces se puso de pie rápidamente, a lo que el Alfa parpadeó sin poder entender lo que le sucedía. Jimin rodeó el escritorio con las piernas temblándole, lamiendo sus labios con anticipación y salivando más de lo normal.

DESTINOS ENLAZADOS | KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora