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Tenía como tres botellas de soju en su organismo y cuatro copas de vino, no recordaba cómo había llegado allí.

Con pasos lentos y una postura encordada, atravesó el pasillo que lo conducía a su nuevo apartamento. El camión de la mudanza llegaría al día siguiente, así que podía esperar mientras observaba con más interés los alrededores, el lugar que ahora sería su hogar.

Hanseol había puesto resistencia, pero Jimin era perseverante y terco, así que logró alquilar en uno de los edificios departamentales de Gangnam. Era lujoso, pero con algunos muebles de colores claros se vería acogedor. Como un hogar, aunque no viviría con el hombre que se estaba colando en su corazón y cuyo pecho parecía acercarlo a él cada vez que estaban cerca.

Por decisión propia había decidido distanciarse de Jungkook, aunque el Alfa había estado en desacuerdo principalmente. Se topaban un par de veces al día en medio de los pasillos, para consultarse opiniones acerca del proyecto. Cuando Jungkook entraba a su oficina, ni siquiera le miraba a los ojos. Había puesto una barrera de colega a colega entre ellos. Comenzó a llamarlo con formalidad nuevamente y evitaba hacer el trabajo que le correspondía a Namjoon.

Apenas habían pasado tres días luego de la discusión con Jungkook. Jimin no sabía cómo sentirse, era una mezcla de emociones que le atormentaban por la noche. Empezó a tomar somníferos de nuevo, lo calmaban lo suficiente como para ignorar el dolor en su pecho. Se dormía con lágrimas en los ojos y despertaba con un sentimiento de vacío.

Por otra parte, había estado reuniéndose con Hanseol y los abogados, pero el hombre seguía sosteniendo la idea de que debían seguir con el matrimonio, aunque para el rubio eso no era una opción. Empezaba a considerar hablar con su padre, tal vez con un poco de presión y amenazas silenciosas Han terminaría cediendo.

Saliendo de sus pensamientos, se concentró en pasar la llave en forma de tarjeta por la ranura metálica, pero eso también le fue difícil. Tenía la visión nublada y de pronto su lobo chilló con tristeza. Soltó un gruñido, intentando volver a meter la tarjeta para que la puerta se abriera.

Pero fue inútil.

Se sentía borracho, pero no lo estaba. Era bueno bebiendo alcohol sin emborracharse, por lo menos, después de siete botellas de soju, así que no sabía porqué se sentía tan somnoliento.

Siguió pasando la llave por la ranura hasta que por fin sonó un click, abrió la puerta con un bufido y entró con pasos flojos. Eran las 9 de la tarde, había estado bebiendo desde las 7. Sin compañía, solo. No podía soportar beber con alguien más que pudiera verlo en ese estado tan lamentable y quejumbroso.

Cada tanto balbuceaba palabrotas y gruñía, recordando el momento en que decidió entregarle su corazón a otro hombre que no fuera su esposo. ¿Qué estaba pensando? Nada bueno saldría de eso, lo supo. Y ahora estaba seguro de que había cometido un error, pero el error había sido casarse con Kim Hanseol, no enamorarse de Jeon Jungkook.

Nunca creería que Jungkook fuera un error.

Era lo más bonito y real que le había pasado.

Ya no sabía qué estaba pensando. Se estaba contradiciendo a sí mismo.

Caminó hasta la cocina para buscar más alcohol, pero no tenía. Se lo había acabado la noche anterior y olvidó comprar más.

Volvió a atravesar la sala perezosamente, salió del departamento con la billetera metida en la gabardina y las llaves del auto en la mano. Antes de poder llegar al elevador, sintió un aroma conocido. Vino.

Alzó la cabeza con interés, viendo como Jungkook se estaba acercando al ascensor junto a una Omega de cabellos azules. Tenía la cara pequeña y era delgada, era bonita. Tan bonita, que no pudo evitar pensar que eran linda pareja. Porque eso eran, ¿verdad?

DESTINOS ENLAZADOS | KOOKMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora