XXVI

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Exaltados ante la acción de Takemicchi, los capitanes de las divisiones de la Tokyo Manji corrieron colina abajo en busca de los dos cuerpos que cayeron por el barandal. Siendo seguidos por la mirada de su capitán, el cual al salir del trance que lo mantenía casi inerte accionó abriendo sus ojos como platos para comenzar a correr detrás de ellos adelantándolos a gran velocidad.

Con el corazón en la boca los pandilleros llegaron a su destino encontrándose con la silueta oscura de Chifuyu que se mantenía de pie al lado de las dos figuras inconscientes sobre el asfalto.

— La ambulancia ya viene — habló bajando su teléfono en cuanto se percató de las respiraciones ajenas.

Manjiro pasó de él acercándose a la velocidad de la luz al herido cuerpo femenino, tomándola entre sus brazos, levantando su peso con cuidado de no lastimar con su tacto las pieles de la joven. Bajó su cabeza hasta el rostro ajeno sintiendo la casi imperceptible respiración que exhalaba su enamorada.

Un brillo se hizo presente en la profundidad de sus iris al sentirla con vida, el corazón quiso salírsele del pecho entre tanto la desesperación desaparecía de su ser por un momento al escuchar los débiles latidos que emitía el órgano vital de la fémina. Algunas lágrimas rebeldes se escaparon de sus carúnculas, mientras dirigía la mirada al salvador de su amada, el cual mantenía su ceño fruncido a pesar de no recobrar el conocimiento.

Mikey observó el subir y bajar del pecho de este y sonrió — Gracias, amigo — musitó sin apartar la vista de Hanagaki a pesar del sonido constante que emitía la sirena de la ambulancia que se aproximaba al lugar.

Caramelo || Sano Manjiro x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora